Jue 01.08.2002

SOCIEDAD

Un estudio teoriza que es posible erradicar el sida con antivirales

Los cócteles no sólo preservan vidas sino sino que bajan la cantidad de nuevas infecciones. Pero hace falta prevención.

› Por Pedro Lipcovich

Por primera vez y mediante modelos matemáticos, se demostró que los cócteles antivirales, articulados con medidas de prevención, podrían llegar a “erradicar” la epidemia de sida. Es así porque no sólo preservan las vidas de los afectados (aunque no eliminan el virus de sus organismos), sino que hacen bajar la cantidad de nuevas infecciones, porque baja la cantidad de virus en circulación. “Esta es la primera demostración científica de que promover los tratamientos antivirales en los países en desarrollo es clave para erradicar la epidemia”, afirmó una de las más destacadas especialistas en “biomatemáticas” del mundo, que condujo la investigación efectuada en San Francisco, Estados Unidos. Pero el buen resultado anunciado depende de un delicado equilibrio entre el efecto de los antivirales y las conductas de riesgo de la población: basta con que éstas suban en pequeña proporción para que los efectos beneficiosos queden contrarrestados.
Sally Blower, profesora de biomatemáticas en la Universidad de California (UCLA), viene desarrollando modelos estadísticos para prever el futuro de la epidemia de sida, a partir de la intersección de dos factores esenciales: el efecto de los tratamientos antivirales, por un lado; el efecto de las conductas de riesgo, por el otro. En enero de 2000, publicó un trabajo llamado “Una historia de dos futuros: vih y terapia antirretroviral en San Francisco”. Ayer, los números de la destacada especialista se decidieron hacia uno de los dos futuros, el que prevé que los tratamientos –articulados con la prevención de conductas de riesgo– harán decrecer de manera consistente y estable las nuevas infecciones.
Los estudios se efectuaron sobre la población homosexual de San Francisco, California: 30 por ciento de la comunidad gay en esa ciudad padece la infección, y de éstos el 50 por ciento siguen tratamientos antivirales. Los investigadores tomaron en cuenta el inquietante dato de que las conductas de riesgo –especialmente, sexo sin preservativo– volvieron a aumentar en los últimos años, siendo que “un incremento de sólo el 10 por ciento en las conductas de riesgo resultaría suficiente para contrabalancear los beneficios de los tratamientos”, según el informe que Blower y colaboradores publicaron en la prestigiosa revista Science.
En contrapartida, los antivirales pueden reducir la tasa de infecciones nuevas porque, como hacen bajar la cantidad de virus en la sangre, reducen la probabilidad de que un contacto sexual trasmita la infección. Según el equipo dirigido por Blower, “después de diez años de tratamientos antivirales, el 40 por ciento de las nuevas infecciones por vih podrían prevenirse”, a condición de que las conductas de riesgo no aumentaran.
Pero en este punto se ubica la amenaza de un efecto paradojal: el tratamiento con antivirales, si no va acompañado por una adecuada promoción de las conductas preventivas, puede producir en el paciente lo que el especialista Pedro Cahn –ex presidente de la Sociedad Argentina de Sida– enuncia así: “El paciente puede llegar a tener una falsa sensación de seguridad, una percepción errónea de que ya no necesita cuidarse tanto, olvidando que el cálculo de riesgos sólo tiene validez epidemiológica porque, para cada persona en cada relación, la estadística es: 0 por ciento, si no contrajo el virus; 100 por ciento, si lo contrajo”.
Por eso, Blower y sus colaboradores destacan que los tratamientos antivirales “deberían utilizarse como oportunidad para ayudar a que los pacientes reduzcan sus conductas de riesgo, ligando las acciones médicas con las referidas a la conducta, de un modo que actualmente no sucede”.
En este marco, “extender los programas de tratamiento es clave para la erradicación de la epidemia, especialmente en los países en vías de desarrollo”, sostuvo Blower, ya que su trabajo “es la primera demostración científica de que tratar a más personas en los países en desarrollo tendría un impacto dramático y salvaría un número sustancial de vidas”, hasta el punto de que “el resultado eventual sería la erradicación de la epidemia”. El Estado argentino viene sosteniendo los tratamientos antivirales para el vih/sida con precariedad, ya que los fondos para el año en curso provienen de créditos de organismos internacionales. A diferencia de países como Brasil –cuyos tratamientos se apoyan en la producción de medicamentos por el Estado y el seguimiento planificado de cada paciente-, la Argentina discute problemas como el que señala la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con VIH/SIDA (ICW), representada por Patricia Pérez: “No se efectúan todavía los estudios de ‘bioequivalencia’ y ‘biodisponibilidad’ que, a diferencia de otros medicamentos, requieren las drogas contra el vih; siempre se pone alguna urgencia por delante de este problema de fondo, que hace a la efectividad de los tratamientos”.

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