SOCIEDAD
› LAS CIFRAS DE OBESIDAD EN CHICOS Y ADOLESCENTES
Una epidemia de alimentos malos y demasiada televisión
El 26,4 por ciento de los chicos entre 10 y 19 años tienen sobrepeso y el 13,5, obesidad. Las cifras corresponden al primer estudio de prevalencia de esa enfermedad en prepúberes y adolescentes.
› Por Mariana Carbajal
La obesidad entre prepúberes y adolescentes ya alcanza proporciones alarmantes. El primer estudio de prevalencia de esa enfermedad en la población de 10 a 19 años de todo el país que asiste a consultorios pediátricos, encontró que el 26,4 por ciento de los menores relevados tiene sobrepeso y el 13,5 por ciento, obesidad. El incremento está asociado a una mala alimentación por el empobrecimiento, al aumento de la inseguridad que impide a los chicos hacer actividades físicas en la calle y a la cantidad de horas que miran televisión. “Los datos son comparables con los de los países que consideran el problema como epidémico”, explicó la médica Irina Kovalskys, una de las autoras del trabajo. Las conclusiones, que hoy adelanta Página/12, serán presentadas durante el Congreso Argentino de Nutrición que comienza el domingo en Buenos Aires.
El estudio, auspiciado por la Sociedad Argentina de Pediatría, incluyó un total de 1972 niños y adolescentes de 10 a 19 años: 1232 mujeres y 740 varones. La muestra intentó respetar la proporción de población comprendida en esa edad en cada provincia. El relevamiento se llevó a cabo en los últimos cuatro años y fue realizado con la colaboración de más de un centenar de pediatras de todo el país que tomaron el peso y la talla en consultorios públicos y privados cuando los menores concurrieron a la consulta por diferentes motivos. El 41,3 por ciento de las mediciones corresponde al sector público, el 39,7 por ciento al privado y el 18,8 por ciento a pacientes de obras sociales.
La obesidad en la pubertad no sólo es un problema estético que puede estigmatizar a quien la padece. Fundamentalmente, se trata de una afección grave porque está asociada a múltiples complicaciones en la adultez –como enfermedades cardiovasculares–, que a su vez implican un alto gasto en salud.
“La prevención de obesidad debería ser de alta prioridad en salud pública”, alertó Kovalskys, pediatra especialista en nutrición del Servicio de Adolescencia del Hospital Argerich y una de las autoras de la investigación. El 26,4 por ciento de los menores relevados tiene sobrepeso y el 13,5, presenta obesidad. El último censo nacional de salud de Estados Unidos encontró más de un 25 por ciento de niños y adolescentes con sobrepeso y entre un 10 y un 15 por ciento de obesos. Chile presenta tendencias similares. En ambos países, las cifras se duplicaron entre principios de la década del 80 y mediados de los 90.
Ni Argentina ni Chile ni Estados Unidos son casos aislados. “La prevalencia de obesidad infantil está aumentando de manera alarmante tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, en el marco de un incremento del sobrepeso en la población general”, aclaró Kovalskys (ver aparte). La diferencia es que en regiones pobres como Latinoamérica, la obesidad puede significar además, cuadros de desnutrición por mala alimentación. El fenómeno está asociado también a una disminución de la actividad física de los chicos, explicó la especialista.
“Ha habido un cambio en la ingesta con un aumento de alimentos ricos en grasas y una disminución del consumo de frutas y verduras, la mayoría de las veces por un problema de costos, pero en algunos casos también por una cuestión cultural: la cocción de verduras da más trabajo y hay una tendencia a comprar comida rápida. En un kiosco de una villa, por ejemplo, un alfajor, que es pura grasa de mal valor nutricional, puede costar 10 a 15 centavos. Los snacks también son muy accesibles. ¿Qué alimento de buena calidad puede competir con esos precios? Pero no es menos importante en el aumento de la obesidad la dificultad que tienen los chicos para disponer de espacios seguros para moverse y gastar energía. Hasta hace algunos años los chicos podían salir a andar en bici solos y jugaban a la pelota en la calle, hoy si yo le propongo a una mamá que su hijo haga esas actividades me dice que no lo puede dejar salir porque le roban las zapatillas en la puerta de su casa. Y si los papás trabajan todo el día, lo más seguro es que se queden en la casa viendo televisión”, señaló Kovalskys. La tele es una gran aliada de la gordura infantil. Al respecto, la especialista mencionó los resultados de un estudio realizado en Estados Unidos, que encontró una relación directamente proporcional entre la cantidad de horas que los chicos pasan frente a la pantalla y la obesidad. Entre los que ven una sola hora diaria, la enfermedad afecta al 7 por ciento. Y a medida que aumenta el tiempo de exposición sube el porcentaje de obesos: 11 por ciento, entre los que miran dos horas por día; 15 por ciento, con tres horas; y 17 por ciento cuando son cuatro o más. El trabajo, que estudió a 4000 chicos, fue publicado en la revista Archives Pediatrics, Adolescence Medicine en su edición de marzo de 2001.
Junto a Kovalskys trabajaron Enrique Berner, jefe de Adolescencia del Argerich, Luisa Bay, pediatra especializada en nutrición del Hospital Garrahan, y la psicóloga Cecil Herscovici. Aunque no se trata de un censo, es decir, el relevamiento no abarcó a toda la población de 10 a 19 años del país, su importancia radica en que es el primer estudio nacional que mide sobrepeso y obesidad en ese grupo etario. Además, involucró a chicos de todas las provincias en una edad que es de difícil estudio. “La mayoría de los relevamientos se hacen en menores de 0 a 6 años porque están enrolados a planes materno infantiles”, indicó Kovalskys.
Los resultados completos del estudio serán presentados el miércoles durante la última jornada del XIV Congreso Argentino de Nutrición, que comienza el domingo en el Hotel Sheraton, con la participación de destacados especialistas locales y extranjeros.
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