Mié 02.05.2007

SOCIEDAD  › HABIA DENUNCIADO CRIMENES COMETIDOS POR POLICIAS DE LA BONAERENSE

Un testigo silenciado para siempre

Lo habían amenazado antes y después del juicio en que fue condenada una suboficial por el asesinato a golpes de una mujer, en una comisaría. Por su testimonio debía ser juzgado otro policía.

› Por Carlos Rodríguez

“Le habían dicho que lo iban a matar, pero no había hecho la denuncia.” El amenazado era Jorge Galván Plaza, de 31 años, quien había sido testigo de cargo en el juicio oral por el homicidio de Andrea Viera, de 25, por el que fue condenada a cadena perpetua la cabo primera Marta Jorgelina Oviedo, mientras que fueron absueltos “por el beneficio de la duda” otros cuatro policías. El caso Viera tiene que tener una segunda parte, con más uniformados en el banquillo, pero Galván Plaza ya no podrá ratificar su testimonio. El viernes, a las seis y media de la mañana, su cadáver fue hallado dentro de una zanja, en un camino de tierra que lleva a la tosquera de Sacarpatto, cerca del barrio Pepsi, en Florencio Varela, a unos 200 metros de la ruta provincial 36. El padre de la víctima, que lleva el mismo nombre, fue quien confirmó las amenazas recientes contra su hijo, que estaba acostumbrado a las persecuciones, en algunos casos por hombres de uniforme que se movían en móviles oficiales. El fiscal que investiga el crimen tiene varias hipótesis, entre ellas la de la venganza. Eugenia Vázquez, hermana de Andrea Viera, no tiene dudas: “Lo mataron porque su testimonio hundió a los policías” (ver aparte).

“La autopsia dice que lo mataron en otro lugar y que luego llevaron el cuerpo al descampado donde apareció. Le pegaron un tiro en la sien desde muy cerca, cuando estaba sentado. Usaron un arma de grueso calibre, una 38 o una 9 milímetros o similar. No aparecieron el arma ni el proyectil”, le dijo a Página/12 Carlos Zimerman, uno de los abogados de la familia de Andrea Viera. El disparo lo hicieron “desde una distancia muy corta”. Una versión dijo que fue a menos de 50 centímetros. El cuerpo apareció boca abajo y bien vestido. Zapatillas rojas, de buena marca, pantalón jean azul, remera roja y campera. Tenía una pulsera en una de sus muñecas y aritos. El robo no fue el móvil del homicidio. El fiscal Darío Provisionato tiene tres hipótesis: crimen pasional, ajuste de cuentas o venganza relacionada con el caso Andrea Viera.

Una fuente del Ministerio de Seguridad bonaerense, consultada por este diario, admitió que a nivel oficial se están realizando “algunos sondeos” para tratar de averiguar los entretelones de un caso que despierta “una gran preocupación”. El vocero aclaró que Galván Plaza tuvo custodia policial durante un mes, a partir del lunes 12 de junio de 2006, cuando dio comienzo el juicio por la muerte de Andrea Viera, asesinada por policías de la comisaría primera de Florencio Varela, en mayo de 2002. “El testigo había sufrido amenazas antes, durante y después del juicio oral”, confirmó Zimerman. “Cuando terminó el juicio, Galván Plaza pidió que la retiraran la custodia, que era de la Policía Bonaerense, porque no se sentía cómodo”, aclaró la hermana de Andrea Viera.

“El gobernador de la provincia (Felipe Solá) nos recibió en su despacho y a Galván Plaza lo felicitó por la valentía con la que había actuado al denunciar a los policías”, recordó Eugenia Vázquez.

El testigo Galván Plaza estaba detenido en la comisaría primera de Varela, acusado de robo, la noche del 10 de mayo de 2002, cuando llevaron a Andrea Viera, una vendedora ambulante detenida por error. En el juicio oral fue importante el testimonio de Gustavo Daniel Cardozo, esposo de la víctima, quien fue detenido junto con ella. De todos modos, lo dicho por Cardozo tuvo que ser corroborado por 22 presos, entre los que se destacaron Galván Plaza y Walter Silva, quienes sufrieron apremios ilegales y amenazas mientras permanecieron en prisión.

El testigo Galván Plaza declaró ante los jueces del Tribunal Oral 3 de Quilmes, Alicia Anache, Armando Topalian y Alejandro Fortunato, que había sido golpeado mientras estuvo preso en la comisaría primera.

–¿No pidió que lo atendiera un médico para certificar los golpes? –le preguntó en el juicio Daniel Valenga, el otro abogado de la familia Viera.

–Qué voy a pedir, si hasta el médico me pegaba –fue la inmediata respuesta de Galván Plaza.

Uno de los datos más contundentes contra la cabo primera Oviedo, única condenada por el caso Viera, fue aportado por Galván Plaza. El testigo comentó que la imputada, después de la golpiza a la que fue sometida Andrea Viera, le confesó que ella “sólo le había pegado seis patadas” a la detenida y también le comentó, en tono confidencial, que esa noche “se les había ido la mano”. Como consecuencia de los golpes, Andrea Viera fue internada, en estado de coma, en el hospital Mi Pueblo, de Florencio Varela, donde falleció el 22 de mayo de 2002.

Galván Plaza también había acusado con dureza al oficial Marcelo Aquino, cuya conducta debería ser considerada, en un nuevo juicio oral, por la actuación que le cupo la noche en que golpearon a Andrea Viera. “Aquino le decía a los gritos: ‘Callate, hija de puta que te voy a matar’”. El mismo testigo que ahora apareció asesinado había señalado que, días después de lo ocurrido con Viera, el oficial Aquino se presentó en las celdas para amenazar a los detenidos: “A ustedes les gusta abrir la boca. Ahora se la van a tener que bancar”.

Todos los detenidos dijeron que los amenazaron de muerte y que Aquino era uno de los que más golpeaba a los presos. Otros policías acusados fueron Emilio José Ortega, alias “Mamacha”, Erica Parra, el comisario José Cita y el subcomisario Rafael Ominelli. Ninguno de ellos fue juzgado por el caso Viera y por ninguna de las irregularidades denunciadas durante el proceso. El Tribunal Oral 3 de Quilmes había ordenado investigar todos esos hechos, incluyendo a los posibles coautores del crimen de Andrea Viera, pero todo está paralizado. “El mismo tribunal que pidió que se investiguen esos hechos, todavía no remitió las actuaciones a la Fiscalía General de Quilmes, que es la que debe abrir los procesos”, le dijo a este diario el abogado Carlos Zimerman.

El balazo que mató a Galván Plaza tenía entrada por la sien izquierda y salida por la derecha. En el lugar donde apareció el cuerpo no había signos de lucha, ni mucha sangre, ni marcas de arrastre en el suelo, lo que confirma que lo asesinaron en otro sitio. El abogado Luis Valenga, que representa a la familia Viera, opinó que fue “una ejecución impecable, con un claro mensaje mafioso. No existe la menor duda”. Tanto él como Zimerman expresaron su preocupación por la situación de Walter Silva, el otro testigo clave.

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