“No habiendo manifestado arrepentimiento por su muy grave delito, quedan afectadas por la excomunión”: el delito fue cometido por siete mujeres –dos alemanas, dos austríacas y una estadounidense– y consistió en ser ordenadas como sacerdotisas por el “obispo” argentino Rómulo Braschi, quien a su vez ya había sido excomulgado por la Iglesia Católica.
La ceremonia de ordenación había sido oficiada el 29 de junio pasado, en un barco en aguas del Danubio, cerca de Munich, por Rómulo Antonio Braschi: de 61 años y origen argentino, es el fundador del grupo llamado “Iglesia Carismática Católico-Apostólica de Jesús Rey” (que contaría con 15.000 fieles en Europa y América), y padeció la excomunión del Vaticano en la década de los ‘70.
Las mujeres “ordenadas” en junio son: Christine Mayr-Lumetzberger, Adelinde Theresia Roitinger, Gisela Forster, Iris Müller, Ida Raming, Pia Brunner y Angela White. El 10 de julio, la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, les previno que “incurrirían en excomunión si no reconocían la nulidad de su ordenación, se declaraban arrepentidas y pedían perdón por el escándalo causado entre los fieles”. Ratzinger advirtió que la ordenación de las mujeres era sólo la “simulación” de un sacramento, por lo cual resultaba nula y constituía “un grave delito” contra la constitución divina de la Iglesia.
Ayer, vencido el plazo “sin que haya existido ningún signo de arrepentimiento o cambio de actitud por el gravísimo delito cometido”, Ratzinger firmó la excomunión, aun haciendo votos para que las mujeres “puedan encontrar el camino de la conversión y retornen a la unidad de la fe y la comunión con la Iglesia que han herido con su gesto”.