SOCIEDAD › UN INSOLITO EPISODIO EN UN SAUNA PROVOCO CAOS EN EL MICROCENTRO
Durante toda la tarde, un hombre mantuvo nueve rehenes, al parecer para que su novia dejara la prostitución. Anoche seguía la toma.
› Por Cristian Alarcón
La noticia corrió más rápido que el lento avance de los autos por las calles del centro. Supuestos ladrones habían entrado en una financiera y habían tomado de rehén a varias personas. La policía cortó el acceso a la zona de Montevideo y Corrientes. Llegaron los hombres del grupo GEOF vestidos como comandos y decenas de móviles de la policía primero y de la televisión después, hasta saturar la zona y convertirla en una pintoresca romería de curiosos y vecinos. Con el correr de la tarde, el caso –que algunos medios contaban ayer bajo el cartel “la inseguridad”– pasó a historia desopilante: un hombre y su amigo habían entrado a un prostíbulo en un departamento para evitar que su novia insistiera con su oficio de meretriz. Caída la noche, el juez a cargo de la causa, Juan Ramos Padilla, habló con los periodistas. “Algo de eso hay. Esperamos que este muchacho se tranquilice y resuelva su problema”, dijo al responder sobre la hipótesis de la “toma de rehenes pasional”. Anoche, tras la liberación de dos clientes y una mujer, quedaban seis chicas encerradas en su puesto de trabajo.
Cualquiera que al caminar por Corrientes a lo largo de esas seis cuadras que van de Callao a 9 de Julio haya recibido los volantes con la dirección del sauna de Montevideo casi Lavalle podría haber pasado ayer un día de encierro entre las mujeres que trabajan en el lugar. Como les ocurrió a los dos hombres que fueron liberados pasadas las ocho de la noche: clientes del departamento en el que se cobraban 60 pesos “el servicio común”. Y cifras inferiores para los servicios rápidos, al paso, como casi todo en el área. La zona se reveló –con el extraño caso– de una altísima concentración de “departamentos privados” que ofrecen sexo express a abogados y empleados de la zona tribunalicia y financiera.
Eran las dos de la tarde cuando alguien alertó a la policía sobre la presencia de dos supuestos ladrones en Montevideo 497. Las versiones fueron cambiando con las horas. Al principio, voceros policiales decían que se trataba de dos ladrones que venía escapando tras haber robado un local comercial de la zona. Nunca se aclaró qué habían asaltado. Ni dónde. Luego la versión cambió a extrema escena de celos. Las tomas de rehenes suelen prestarse, ya se sabe, para historias inverosímiles. Quizá la más exitosa haya sido el brillante robo al Banco Río de Acassuso, en el que los ladrones escaparon por un túnel hacia el Río de la Plata. Lo que se repite son ciertas ceremonias de los captores durante las horas en que se vuelven súbitamente famosos: la presencia de Crónica TV y la comida.
En ambos asuntos, los muchachos al frente de la toma no defraudaron. Eso sí, primero pidieron la tele. Hasta el cierre de esta edición, los dos captores llevaban casi nueve horas controlando la situación. A las cuatro de la tarde armaron una soga con el abundante stock de sábanas para que les entregaran cajas de pizza y gaseosas. A las cinco se tomaron un café. Al final les subieron cigarrillos en un balde con el mismo sistema. Y por fin un televisor para matar el tedio. Siguieron la jornada transmitida en vivo por todos los canales y noticieros. El propio juez lo dijo cuando habló con los periodistas después de las ocho de la noche: “Les pido prudencia porque esta persona está viendo TV”, dijo sin querer confirmar las versiones. “Estamos conversando. Les pido seriedad. No voy a confirmar nada. Estamos tranquilos. Tanto las personas que están ahí como este señor que no está bien”, dejó entrever el juez.
–¿Hay algo pasional en esto? –le preguntaron.
–Puede haberlo, pero hasta que no pueda escucharlo no puedo decir nada.
El magistrado habló por televisión para desmentir lo que por la tarde sonó en algunas radios, que la policía estaba dispuesta a entrar al departamento. El Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) –el mismo que actuó en el atrincheramiento del abogado Gabriel Novaro– rodeó el departamento y comenzaron las negociaciones entre el amotinado y un negociador experto de la Federal. Los policías y oficiales de justicia ocuparon el séptimo y último piso del edificio, donde a partir del testimonio de los vecinos se hicieron un cuadro de situación. Además del prostíbulo del tercero había otro. En la calle, al caminar se podía notar la evolución del mercado del sexo en esa zona de tanto tránsito. En dos cuadras tres volantes promocionaban servicios tales como “Modelos Vip, Sarmiento y Montevideo. Spa. Masaje descontracturante en camilla”, o “Felinas VIP, 24 horas, privado, domicilio”. La calle que no duerme no sólo está llena de librerías y teatros. De hecho, en Internet se puede acceder a la publicidad del sauna tomado que se anuncia como para “gasoleros”.
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