La Justicia condenó a penas de entre 17 y 12 años de prisión a los tres acusados de secuestrar a Juan Marcelo Ramírez, desaparecido desde diciembre de 2002, cuando sus captores lo interceptaron en la localidad bonaerense de José León Suárez. La jornada del veredicto se caracterizó por graves incidentes entre familiares de la víctima y de los acusados, que se golpearon e insultaron antes y después de conocerse el fallo, y provocaron tres heridos y dos detenidos.
La pena más alta recayó en Julio Robledo y Claudio Maiz, quienes fueron hallados coautores de secuestro extorsivo cometido con armas de fuego y con ánimo de lucro, según el veredicto dado a conocer por el Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 3 de San Martín. En tanto, los jueces Lidia Soto, Marta Lopardo y Juan Osores Soler aplicaron una condena de 12 años a Adrián Pérez, considerado partícipe necesario del secuestro.
En el caso de Robledo, los jueces decidieron que cumpla una pena total de 23 años de cárcel, ya que tiene pendiente una condena de seis años y seis meses de prisión que le dictó un tribunal oral de la Capital Federal por tenencia de armas de guerra.
“Aunque les den 100 años de cárcel, nunca voy a estar conforme porque no sé dónde está mi hijo. Yo esperaba que alguno se quebrara y confesara todo, pero no. Lo único que espero es que no salgan para que no le vuelvan a hacer esto a nadie más”, dijo María de Ramírez después de conocer el fallo.
Ramírez fue secuestrado el 10 de diciembre de 2002 por delincuentes armados y vestidos de policía en José León Suárez, cuando iba en una camioneta Fiat Ducato. Luego, los captores se comunicaron con su padre y le exigieron 500 mil dólares para liberar a su hijo, entonces de 27 años, a lo que la familia respondió que le era imposible reunir esa suma y lo último que llegaron a ofrecer fueron siete mil. Al día siguiente del secuestro, el auto del joven apareció en Villa Martelli y en su interior se hallaron las zapatillas de Juan Marcelo y manchas de sangre y cabellos, cuyos peritajes determinaron que pertenecían al joven.
El 18 de diciembre, el padre de la víctima recibió una carta de su hijo como prueba de vida en la que el joven le pedía que reuniera dinero de donde fuera, que vendiera todo, porque los delincuentes le daban plazo hasta el día siguiente. Desde entonces, los secuestradores no se volvieron a comunicar y nunca más se supo nada del paradero de Juan Marcelo.
Ayer, familiares de Juan Ramírez y de los acusados de su secuestro extorsivo se enfrentaron a golpes frente al tribunal. Todo se inició cuando el camión que trasladaba al edificio de Yapeyú 1922 a los acusados Adrián Pérez, Claudio Maiz y Julio Robledo estacionó sobre la vereda, muy cerca de la puerta de acceso, para que los imputados no fueran agredidos. Esto provocó malestar entre los familiares de Ramírez, ya que algunos casi fueron atropellados, pero la situación se volvió insostenible cuando un cuñado de Robledo gritó delante de todos: “¡Aguante Julio!”
Mientras un grupo de familiares comenzó a golpear el camión del Servicio Penitenciario Federal (SPF) al grito de “¡asesinos, asesinos!”, otros allegados al secuestrado comenzaron a correr al cuñado de Robledo. En la esquina del tribunal, varios familiares alcanzaron al hombre y, enfurecidos, le pegaron golpes de puño y patadas que le rompieron los anteojos y lo hirieron en la cara y en la boca. Cuando la policía llegó al lugar, logró protegerlo durante algunos minutos y mientras tanto fue agredida la mujer de Robledo, a quien la tomaron de los pelos cuando pedía ayuda a través de un teléfono celular.
Al rato, llegó a la esquina un patrullero al que subieron a los heridos, pero mientras el cuñado de uno de los secuestradores estaba en el piso, los familiares de Ramírez le pedían que les dijera dónde está Juan Marcelo. “No lo vas a encontrar nunca, hija de puta”, aseguró una tía de Marcelo que le respondió el hombre y que luego le escupió la mano.
Debido a los incidentes, llegaron al lugar efectivos de la Guardia de Infantería, de la Policía Buenos Aires 2 y del Grupo Especial de Intervención del SPF. Al momento de la sentencia, cuando los familiares de Ramírez comenzaron a gritar otra vez contra los secuestradores, allegados a éstos arrojaron piedras. Una de ellas impactó en la cabeza del camarógrafo Claudio Merino. Mientras, los familiares de Ramírez corrieron a una mujer y a un joven a los que identificaron como quienes arrojaron las piedras y lograron que fueran detenidos por la policía. La calma llegó un rato después, cuando todos se reunieron frente al tribunal, se abrazaron y gritaron: “Marcelo, presente, ahora y siempre”.
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