Sáb 21.07.2007

SOCIEDAD

Penas de hasta 30 años en un caso de secuestro seguido de asesinato

Un tribunal condenó a seis personas por la muerte de Facundo Azulay, engañado con un secuestro virtual que se hizo realidad. Uno de los condenados agredió a otro en la sala del juicio.

El infortunio del despachante de aduanas Facundo Azulay, de 35 años, comenzó el 10 de febrero de 2005 con un llamado que le hizo, desde la cárcel de Ezeiza, el detenido Ramón Alejandro Godoy, de 25. Fue el comienzo de un secuestro virtual que después se hizo realidad y que terminó con la muerte de Azulay, a quien le pegó un tiro en la cabeza José “Pichi” Bordón, cómplice de Godoy, que dirigía todo desde la prisión. Ayer, en el final de juicio oral, Godoy fue condenado a 30 años de cárcel, mientras que a Bordón le dieron 28, por admitir que fue quien accionó el gatillo, aunque el Tribunal Oral Federal 2 de San Martín le creyó cuando dijo que el disparo fue “accidental”. Otros cuatro integrantes de la banda recibieron penas de entre cuatro y 19 años, mientras que los restantes tres fueron absueltos “por el beneficio de la duda”. Cuando se leía la parte final del veredicto, el detenido Godoy atacó a golpes a Jonathan Valdez, quien se tomó a pecho su papel de “campana” en el secuestro. Fue el primero en ser detenido y se cree que le dio a la policía el nombre de sus cómplices. Ante la agresión, los jueces hicieron desalojar la sala.

El caso de Facundo Azulay tiene el estigma de haber sido el primer secuestro virtual que se hizo realidad. Tano Godoy como Bordón fueron condenados por los delitos de “extorsión en concurso real con secuestro extorsivo agravado, por haberse cobrado el rescate (de diez mil pesos), por el número e intervinientes y por la muerte de la víctima”. La pena mayor recayó sobre Godoy, que llamó a Azulay el 10 de febrero de 2005, desde un teléfono público de la cárcel de Ezeiza, para asegurarle que sus amigos tenían secuestrado a un hermano de la víctima.

Azulay, quien se encontraba en su oficina del barrio porteño de San Telmo, creyó que era verdad y cumplió las instrucciones de Godoy, jefe de una banda conocida como Los Patones. Azulay siguió las instrucciones y fue hasta la villa Las Antenas, en la localidad bonaerense de Lomas del Mirador. Llevó 500 pesos en efectivo, lo único que tenía en ese momento. Por eso, Bordón decidió secuestrarlo de verdad y lo encerró en una casilla. Godoy, enterado de la novedad, se comunicó con Mario Paladino, socio de Azulay, a quien le pidió un rescate de 20 mil pesos, que luego bajaron a 10 mil. El dinero fue dejado, dentro de una bolsa, en un lugar del barrio de Mataderos indicado por los secuestradores.

El mismo día en que recibieron el pago, Azulay fue asesinado de un balazo por Bordón, según admitió el acusado durante el juicio oral. Lo único que dijo, en su defensa, fue que el disparo había sido accidental. Aunque la versión fue desacreditada luego por el fiscal Pedro García y por la parte querellante, los jueces le dieron la razón al acusado, ya que en el veredicto se dijo que la muerte fue causada “como consecuencia no querida por el autor”. Igual lo condenaron a 28 años de cárcel.

Los otros miembros de la banda que recibieron penas fueron Omar Junco, alias Goti (19 años), Analía Rodríguez (17), Jonathan Bordón (10) y Jonathan Valdez, condenado a cuatro años de prisión. De Junco se dijo que participó en el secuestro de Azulay, junto con Bordón, mientras que Rodríguez –esposa de Godoy– fue la que fue a buscar el dinero del rescate y lo repartió entre los miembros de la banda. Mientras Azulay estaba secuestrado, se sumaron al grupo Jonathan Bordón, hermano de Pichi, y Valdez, que desempeñó el rol de “campana”.

Cuando se terminó de leer la condena contra Valdez, la más baja de todas, Godoy trató de agredirlo y ambos tuvieron que ser separados por el personal del Servicio Penitenciario Federal que los custodiaba. La lectura se suspendió y la sala fue desalojada. El abogado querellante Eduardo Durañona recordó que Valdez fue el primero en ser detenido por el caso y su declaración habría servido para identificar al resto de los miembros de la banda. También fueron imputados Santos Ezequiel Molina, Vanina Valderrama y Adriana Soria, absueltos “por el beneficio de la duda”, tal como solicitó el fiscal. Se los había imputado por una paliza que habría recibido Azulay, y por haber estado presentes durante el cautiverio. Antes del fallo, en su alegado final, Godoy y Bordón le pidieron “perdón” a los familiares de Azulay presentes en la sala.

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