Jue 06.09.2007

SOCIEDAD  › GRAN BRETAÑA AUTORIZA UNIR MATERIAL HUMANO Y ANIMAL

Los embriones de la polémica

La Autoridad de Fertilización aprobó la creación de embriones mediante la introducción de ADN humano en células animales. El fin es obtener células madre contra el Parkinson y el Alzheimer.

¿Cuál es el único ser viviente que tiene cuerpo de animal y genes humanos? Desde ayer, esta adivinanza tendrá respuesta en la realidad. Gran Bretaña aprobó la creación de embriones mediante la introducción de ADN humano en células animales. El propósito es obtener “células madre” para investigar la curación de enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer. Sus desarrolladores llaman a estos embriones “cíbridos”, ya que no son exactamente híbridos por cuanto todo el material genético es humano y el cuerpo (“citoplasma”) de la célula que lo contiene procede de un animal. Gran Bretaña es el primer país que autoriza explícitamente este procedimiento. Un representante de la Iglesia Católica manifestó su oposición, porque “se trata de un acto monstruoso que va en contra de la dignidad humana”.

La Autoridad de Fertilización Humana y Embriología (HFEA) británica decidió que, “tras examinar todas las pruebas, no hay razón fundamental para impedir la investigación de híbridos citoplasmáticos”. La nueva técnica consiste en tomar un óvulo de vaca o de coneja, retirar el ADN contenido en su núcleo y reemplazarlo por ADN humano, obtenido, por ejemplo, de una célula de la piel. A partir del óvulo así modificado, se desarrolla un embrión, que antes de los 14 días es destruido para aprovechar las células “madre” que lo integran: éstas tienen la potencialidad de transformarse en células con las características de los distintos tejidos que componen el organismo.

El embrión así obtenido no es estrictamente híbrido, ya que la totalidad de sus genes son humanos, con la excepción de la pequeña cantidad de material genético contenido en las denominadas mitocondrias, destinadas a la respiración celular, que están fuera del núcleo.

Científicos del Kings College de Londres y de la Universidad de Newscastle habían requerido autorización para el nuevo procedimiento. La HFEA aclaró que su decisión “no plantea una luz verde total, sino el reconocimiento de que esta área de investigación puede permitirse con una supervisión cauta y cuidadosa”; cada grupo de científicos que se proponga utilizar el procedimiento deberá presentar una solicitud para recibir autorización. Se estima que los primeros permisos se expedirán en noviembre.

Hasta ahora, las células madre se obtenían en Gran Bretaña a partir de embriones descartados en los tratamientos de fertilización asistida, pero, según los científicos, éstos no son suficientes, y a menudo no llegan a la calidad requerida para las investigaciones.

Tony Calland, titular del comité de ética de la Asociación Médica Británica, reafirmó que la investigación podría conducir a “logros mayores en el tratamiento del mal de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y otras patologías importantes”. También Frank Brooks, representante de una colectividad de enfermos de mal de Parkinson, consideró “de enorme provecho la posibilidad de un tratamiento para personas que sufren enfermedades incurables”.

La posición inicial de la HFEA era de reticencia respecto de este tipo de investigaciones. Previo a tomar su decisión, la entidad promovió un debate nacional al respecto, al cabo del cual efectuó una encuesta pública: el 61 por ciento de los interrogados se manifestaron en favor del procedimiento, “si puede ayudar a la curación de enfermedades”. Un 25 por ciento se manifestó en contra, a partir de reparos éticos.

La decisión de la HFEA fue criticada por grupos denominados provida. Helen Watt, del Centro Linacre por la Etica en Salud, afirmó que la nueva técnica “es una violación más de los derechos del embrión, al que no sólo se priva de vida en el transcurso del experimento, sino también de padres humanos”.

Tratándose de embriones, no podía dejar de manifestarse la Iglesia Católica: por Radio Vaticano, monseñor Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontifical para la Vida, afirmó que la nueva técnica “es un acto monstruoso que va contra la dignidad humana. Pensamos que el gobierno británico cedió ante las peticiones, sin duda inmorales, de un grupo de científicos”.

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