Vie 07.09.2007

SOCIEDAD

El cerrajero que quiso atrapar a un ladrón pero terminó fusilado

Dos ladrones entraron a una oficina de la calle Uriburu. Cuando llegó una empleada, uno de ellos escapó. La mujer comenzó a pedir ayuda y un hombre salió corriendo al muchacho. Pero en la corrida, el ladrón le disparó. Murió en el hospital. Hay dos detenidos.

Eran las 9.20. Gladys llegaba apurada al laboratorio. En el hall del edificio, ubicado en el barrio porteño de Once, la detuvieron las advertencias de peligro de la portera. En la oficina, dos hombres habían maniatado a los cadetes y les habían robado sus celulares y dinero. Al abrir la puerta, uno de los delincuentes aprovechó para escapar y ella, a los gritos, lo corrió con la intención de atraparlo. Dos vecinos de la zona intentaron alcanzar al delincuente, pero uno de ellos cayó en el intento al recibir un disparo en el pecho. Era un cerrajero del barrio que minutos antes había salido a comprar facturas. Ambos ladrones fueron detenidos.

Esto ocurrió ayer en el edificio ubicado en Uriburu 669. En la planta baja funciona desde hace veinte años la oficina administrativa del laboratorio Intervencional, dedicado a la producción de instrumental médico. A las 9, los delincuentes aprovecharon la hora de ingreso de los cadetes de la firma para entrar a robar al lugar. En el interior, los ladrones ataron al personal y guardaron en sus mochilas las billeteras y teléfonos robados.

Los ladrones no tenían en sus planes la llegada de Gladys a los pocos minutos. En el hall del edificio, la secretaria de la firma se encontró con la portera que le advirtió que habían entrado dos hombres sospechosos. “Le dije que había algo raro, que los chicos no habían prendido todas las luces y tampoco escuchaba sus risas”, relató Haydée a Página/12. La mujer optó por tocar la puerta, en vez de abrir como de costumbre con su llave. En ese momento, uno de los delincuentes abrió y escapó. Otras versiones indican que en realidad la estaban esperando porque tenía en su poder una suma importante de dinero.

Gladys, desesperaba, corrió tras él gritando a los vecinos que la ayudaran a atraparlo. En la corrida, tanto la mujer como el ladrón pasaron por las narices de José Luis, portero del edificio de enfrente y amigo del vecino asesinado. “Pensé que le habían manoteado la cartera, no podemos creer lo que pasó”, contó. A esa altura, la policía apostada en el edificio de la AMIA, ubicado a metros del lugar del robo, ya había sido alertada. En la esquina de Viamonte y Uriburu, dos vecinos escucharon los gritos de la mujer y se sumaron a la corrida del delincuente. “Tomaron por la calle Viamonte y, antes de llegar a Pasteur, un comerciante de la cerrajería se arriesga a colaborar con la mujer y quiere detener a esta persona”, explicó el jefe de la II Circunscripción de comisarías, Carlos Virgili.

El ladrón siguió corriendo, pero cerca del Hospital de Clínicas se dio vuelta y disparó contra ellos con una pistola 9 milímetros. Uno de las balas impactó en el pecho del cerrajero. El hombre quedó tendido en el acceso de un maxiquiosco, en medio de un charco de sangre. La víctima fue trasladada en estado grave al Hospital Ramos Mejía, donde murió en el desarrollo de una intervención. El hombre se llamaba Héctor Montiel, tenía cerca de 50 años, dos hijos adolescentes y era propietario de una cerrajería en Viamonte al 2200.

Tras los disparos, el delincuente continuó su huida por Pasteur pero, finalmente, fue detenido a los pocos metros por agentes que hacían tareas de vigilancia en la zona. El otro ladrón fue apresado en el mismo edificio, de “donde nunca pudo escapar porque se le cerró la puerta” , explicó Virgili. La policía secuestró una pistola y un revólver, además de los objetos robados a los empleados de la oficina.

Según testimonios de los vecinos, el delincuente acusado de asesinar al vecino porteño es un ex integrante del Servicio Penitenciario y fue echado de la fuerza por mala conducta. Este dato no pudo ser corroborado por la policía. Fuentes policiales señalaron que se está investigando la participación de un tercer ladrón como apoyo del robo a la oficina. Los empleados vieron que, en un momento, uno de ellos se asomó a la puerta e hizo un gesto a alguien.

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