Vie 21.09.2007

SOCIEDAD

El caso Lucila Yaconis se quedó sin sospechoso

El ADN de la madre del detenido no coincide con el perfil genético de la muestra de semen del crimen de Lucila. Para descartarlo por completo, le extraerán sangre compulsivamente.

En apenas veinticuatro horas, las sombras sobre el principal sospechoso del asesinato de Lucila Yaconis se disolvieron con sorpresa pero con fundamento. José Humberto Giardino, detenido en Corrientes como Carlos Rafael Bottini Colángelo (este último es el apellido de la madre), tiene el mismo grupo y factor (A Rh+) que los que surgieron de la muestra de semen obtenida en el caso de Lucila. Pero ayer un dato echó por tierra prácticamente cualquier sospecha sobre Giardino en torno del caso Yaconis: los primeros datos que surgieron del estudio de ADN realizado a su madre, Olga Colángelo, daban resultado negativo. Aunque el estudio aún no fue completado, los especialistas coincidían en que realizado el 30 por ciento del estudio, si el ADN de la muestra de semen perteneciera a Giardino ya debería haber aparecido una marca del perfil genético de su madre. Y tal coincidencia aún no se había registrado. De todos modos, el fiscal José María Campagnoli pidió que se realizara una extracción compulsiva a Giardino para salir de dudas.

Hace un año, aproximadamente, la fiscalía de Campagnoli pidió a los servicios penitenciarios los datos de condenados por violación que el 21 de abril de 2003 (el día en que Lucila fue asesinada) estuvieran prófugos o en libertad condicional. La devolución fue una lista de seis, de los cuales cinco fueron descartados: su grupo sanguíneo no coincidía con el de la muestra de semen. Sólo uno coincidía con el grupo A, factor Rh positivo tomado de la muestra: pertenecía a José Humberto Giardino. La coincidencia de fecha y muestra sanguínea aceleró las palpitaciones. Giardino había sido condenado a perpetua por la violación y crimen de Andrea Fabiana Mugrabi, cometido en 1988 en Belgrano. El 17 de enero de 2002 el juez de Ejecución Penal Adalberto Polti lo autorizó a salir para festejar su cumpleaños, y Giardino, como era previsible, no regresó.

“Le habían rechazado tres pedidos para salir en forma transitoria –dijo Claudio Mazaira, abogado de la familia Yaconis, a Página/12–, porque el informe del Servicio Penitenciario decía que era peligroso, porque cuando confesó el crimen de Mugrabi dijo que se despertaba y tenía fuertes impulsos para violar y asesinar. Pero como tenía conducta 10 el juez se agarró de eso para dejarlo salir. Teníamos más datos. Su padre había abusado de sus hijos y fue asesinado por un familiar cuando Giardino tenía diez años; el padrastro trabajaba en el Tiro Federal, muy cerca de donde fue asesinada Lucila; y él trabajaba por Triunvirato, cerca de donde vivía ella. Fueron muchas coincidencias.”

Los datos fueron trasladados a investigadores de la Federal, que siguieron a Giardino hasta Entre Ríos, donde se perdía la pista. El equipo volvió con los datos de otro caso, el de Mara Torales, asesinada y descuartizada en Concordia, crimen por el que se responsabilizaba a un albañil llegado a mediados de 2002 a Concordia: Carlos Verón. Se comenzó a buscar entonces a los dos prófugos, Giardino y Verón, con la idea de cotejar la muestra de ADN de alguno de ellos. No se sabía que eran la misma persona.

Entretanto, siguiendo la pista de Giardino, y para ganar tiempo, Campagnoli contactó a la madre de Giardino, Olga Colángelo, con la intención de convencerla de que se realizara una extracción de sangre que permitiera cotejar su ADN con el de la muestra. “Tiene que aparecer algún marcador materno, si no hay ninguno no es la persona. El único ADN indubitable que es incluyente o excluyente es el de Giardino. Coincide o no coincide”, sostuvo la genetista Primarosa Chiere, que interviene como perito de la familia Yaconis.

Pero Olga Colángelo se negó a cada pedido hasta que, hace pocos días, cuando la causa recuperó su clima, aceptó realizarse la extracción. Al mismo tiempo, una mujer de Goya que había visto en un programa de tevé el rostro de Giardino llamó a la policía para avisar que el rostro era muy parecido al de un mozo que trabajaba en un bar cercano.

Cuando llegó la comisión policial, Giardino se presentó como Carlos Rafael Bottini Colángelo y extendió su documento. Los números eran los mismos que los del DNI de Giardino, pero los tres últimos, en cadena, habían sido cambiados de lugar. Otra coincidencia fue que el segundo apellido era el mismo que el de la madre. No hizo falta más coincidencia: Bottini aceptó ser Giardino. Además, igual que con el crimen de Mugrabi, Giardino confesó el asesinato de Mara Torales, en Concordia. Lo hizo en sede policial, pero deberá validarlo ante un juez. Del caso Yaconis no dijo ni una palabra. “No creemos que sea la misma persona –sostuvo Mazaira–. Pero tampoco es seguro que no lo sea. Por eso, la única forma de asegurarse es con el ADN directo de Giardino. Hasta hace unos días, la única forma que había de aproximarse era a través de la madre. Pero ahora, teniendo a Giardino, el fiscal pidió su ADN. Y se sabrá con certeza.”

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