En el barrio San Cayetano de la ciudad de Tucumán los vecinos están dolidos y furiosos. Lucas Ramiro Córdoba, un niño de 7 años, jugaba con sus amigos en una esquina cuando se puso a orinar en la puerta de un viejo galpón cerrado. Alguien que custodiaba el lugar disparó desde adentro del sitio y le dio en el pecho al nene, que murió en el momento. Lucas vivía en el pasaje Finley 479, a pasos del lugar donde quedó tirado su cuerpo. Los vecinos, indignados, se concentraron frente al galpón para reclamar la detención del asesino. Ayer se enfrentaron con la policía cuando intentó levantar rastros del lugar del crimen. Por las pedradas que volaron, el comisario resultó con la cabeza rota.

Los funcionarios policiales, con mala imagen en los barrios tucumanos que los asocian a la corrupción y el gatillo fácil, fueron el blanco de la ira de los vecinos. Si el lugar estaba custodiado, dicen, la policía debería saber quién lo hacía, porque ese justamente suele ser uno de los negocios paralelos que realizan, el de la seguridad privada. La muerte del niño ocurrió en la tarde del jueves en una esquina cercana a su casa y por la noche los vecinos del lugar apedrearon el galpón, al que querían entrar para prenderle fuego.

El comisario Víctor Hugo Pacheco, quien se presentó en el lugar para dirigir el operativo, resultó herido de un piedrazo en la cabeza, por lo cual debió recibir asistencia médica. Ayer se esperaba que la policía detectara a los propietarios del lugar para que expliquen quién cuidaba la propiedad con semejante celo.