SOCIEDAD
Sólo con la presión de amigos y medios logró volar un discapacitado
Claudio Waisbord había intentado viajar por SW el año pasado a Córdoba pero no se lo permitieron porque es discapacitado y debía pagar otro pasaje. Hizo la denuncia. Ayer volvió a intentarlo, rodeado de amigos y periodistas. SW lo derivó a ARG y Waisbord voló.
› Por Horacio Cecchi
A fines del año pasado, Claudio Waisbord pretendió viajar a Córdoba en avión. No pudo. Razones: la empresa (Southern Winds) lo había catalogado como pasajero MEDA. El caso fue informado por Página/12 en julio pasado, junto con los de la familia Lanzzavechia y Jorge Triaca. Como fue detallado en esa edición, el manual de operaciones de la empresa codifica como MEDA a todo pasajero discapacitado, enfermo contagioso, enfermo en camilla, adicto, recién operado, y otros. Argumentando normas de seguridad, los MEDA deben pagar un pasaje extra a un “acompañante hábil”. En caso contrario, el MEDA... se queda. Pero Waisbord además de MEDA es testarudo y ayer se presentó para tomar su vuelo a Córdoba. No estaba solo: un grupo de amigos MEDA en sus respectivas sillas, familiares y amigos “hábiles”, una abogada y las autoridades del Inadi lo acompañaban prenunciando un escándalo de proporciones... que no ocurrió. SW zafó derivando a Waisbord a otra empresa sin problemas MEDA.
El vuelo estaba anunciado a las 15.30. Media hora antes, el hall de partidas del Aeroparque, frente al check-in de SW, era un jolgorio de abrazos, saludos y apretujones. Claudio Waisbord y un numeroso grupo de amigos MEDA, familiares y amigos “hábiles” se saludaban, preguntaban novedades, hablaban de Rosalía y otras cuestiones. Rosalía es la ahijada de Waisbord, que cumple 9, vive en Córdoba y se ha transformado en el argumento para volver a poner en evidencia la constelación de absurdos que carga el manual de operaciones de SW. El año pasado, Rosalía debió contentarse con un saludo telefónico porque Waisbord se había transformado en padrino MEDA. En el hall, también se encontraban Enrique Oteiza y Esteban Llamosas, presidente y vice del Inadi. “Venimos a dar nuestro apoyo a Waisbord y a comprobar de hecho si se vuelve a repetir el problema”, señaló Oteiza.
A la hora señalada, Waisbord, en su silla multiuso (llevaba una valija apoyada sobre sus pies, una bolsa sobre sus rodillas, y una mochila en el respaldo) se dirigió al check-in, seguido por un cardumen de periodistas, amigos, familiares, Oteiza, sillas de ruedas, otros pasajeros curiosos, y guardias del Aeroparque en funciones, ante la mirada cuasiaterrada de las señoritas rubias de SW.
“Usted compró un código compartido. Tiene que dirigirse a ARG, su vuelo es el 3001 y despega a las 16.10”, señaló una de las empleadas, mientras los flashes rebotaban a su alrededor. Waisbord, alegre y casi apenado se dirigió al mostrador de ARG donde, ya lo sabía por experiencia, no tendría dificultades en viajar. “Southern Winds es la única que tiene esta vergonzosa disposición”, dijo a este diario, mientras sus manos parecían remos girando las ruedas de su multiuso.
¿Resuelto? No. Waisbord tenía como plan llegar a Córdoba, saludar a Rosalía y despegar hacia Ushuauaia. Adivine usted qué empresa cubre ese trayecto. “No quise más complicaciones”, explicó Waisbord. La solución fue a su costa: sacó un pasaje para regresar a Buenos Aires hoy, y otro, desde Buenos Aires, para despegar hacia Ushuaia. Un puente aéreo para puentear a la SW. “Me pasó también, hace poco, en un viaje a La Rioja. Viajé con la intención de volver en el día pero por la tarde los únicos vuelos de regreso corresponden a Southern Winds. Me quedé a dormir allá.” Finalmente, a las 16, superados todos los temores, Waisbord levantó la mano como saludo, desde la sala de espera, mientras su nutrida compañía festejó con vítores y un cerrado aplauso la heroica gesta de embarcar de un discapacitado.