SOCIEDAD
› APARECIO SANO Y SALVO EL CHICO DE 12 AÑOS SECUESTRADO
Las peores 36 horas de San Pedro
Diego Bernardotti, nieto de un conocido productor rural del lugar, fue liberado anoche. Hay tres secuestradores detenidos.
› Por Carlos Rodríguez
Hasta hace poco, la ciudad de San Pedro, a orillas del Paraná, era conocida por sus playas, las rosas multicolores y los duraznos que se pueden robar, en verano, en cada esquina. Desde el jueves la mención estuvo signada por la angustia: desde ese día se carecía de noticias sobre el paradero de un chico de 12 años por el cual sus secuestradores pidieron 40.000 dólares que luego bajaron a 20.000 pesos. El caso se había complicado porque los secuestradores estaban molestos por la difusión pública que tuvo y se temía un final dramático. Diego Bernardotti, el chico secuestrado, es nieto de Víctor Pascual, un productor rural que ayer le había pedido a los autores del rapto que devolvieran al chico, prometiendo que la policía se iba a quedar quieta. Dos abogados de la familia se encargaron de la negociación, acordaron el pago de 21.000 pesos y el chico fue liberado sano y salvo anoche, luego de haber permanecido 37 horas atado, amordazado, dopado y sin ingerir alimentos sólidos. Cinco de los autores del hecho son sanpedrinos, están identificados por sus nombres o apodos y ninguno tiene antecedentes. Tres de ellos fueron detenidos anoche, dijeron a Página/12 fuentes de la investigación.
“Llamen, traten de negociar conmigo, pueden hacerlo. A la policía se le pidió que no actúe, que me deje tranquilo. Yo quiero al chico, así de simple y cortito”. El mensaje de Víctor Pascual había sido precedido por el de la abuela, María Pascual, también orientado a asegurar que la policía se iba a “quedar bien quieta”, como exigía la banda. La angustia por un final desgraciado se había instalado en la cabeza de todos los sanpedrinos, luego de un fallido encuentro entre la madre de Diego y uno de los raptores. La cita había sido acordada para las 19.45 del jueves, pero la mamá estuvo esperando una hora en el lugar acordado, en el cruce de dos rutas, a seis kilómetros del centro, pero nadie apareció.
Cuando regresó a su casa, su hijo mayor, de 22 años, le informó que habían llamado los secuestradores “muy enojados porque la noticia había salido por la televisión y por otros medios”. Hasta la noche del jueves, el acuerdo con la banda era pagar 20.000 pesos en efectivo, monto al que se había llegado luego de una negociación telefónica, ya que el pedido inicial era de 40.000 dólares. “Como resultado de la difusión del caso, los autores del hecho pasaron a exigir 30.000 pesos”, informó a Página/12 una fuente familiar, hasta que la cifra quedó en 21.000, ni más ni menos.
Víctor Pascual había hecho un nervioso llamado: “Quiero que ustedes se hagan la imagen de lo que es que les saquen a un chico. ¿Qué les pasaría? Es así de simple”, insistió el hombre. Pascual, dedicado a la producción de batatas, parecía dirigir su mensaje a personas conocidas con las cuales había tratado alguna vez: “Llamen, traten de negociar. Si quieren entablar una negociación conmigo lo pueden hacer. No queremos castigo ni venganza, queremos al chico, es lo que me interesa ahora”. En lo que por momentos parecía un ruego, dijo que podía pasar a buscar a su nieto “por acá, por allá. Tengo parientes en todos lados y hay tantos lugares para dejármelo”. En ese marco, no parece casual que el chico fuera llevado a la casa de una tía, en las afueras de San Pedro. Allí se reencontró con sus padres.
La parte vital de la negociación estuvo a cargo de dos abogados de la familia, Daniel Spirópulos y Carlos Cascini. En la comisaría, cuando ya Diego estaba de regreso en su casa, Cascini explicó que la negociación se reinició a las 18 de ayer, cuando la policía ya sabía quiénes eran los secuestradores, a uno de los cuales había podido filmar mientras realizaba uno de los llamados. Los negociadores de la banda eran “muy inexpertos”, aseguró Cascini, quien estimó que “es posible que haya otras personas que tengan experiencia y que no han sido identificadas”. El abogado informó que Diego estaba ya con los padres y que “su salud es buena, aunque es posible que no haya comido nada durante todo este tiempo”.
Este diario pudo saber que el chico estuvo todo el tiempo con los ojos vendados, los pies y las manos atadas y la boca amordazada. “En lascondiciones en las que estaba sólo podía respirar libremente por la nariz”, explicó una fuente de la investigación. “No se trata de delincuentes”, aclaró el abogado Cascini, aludiendo a que los secuestradores, hasta antes del caso, eran “personas comunes, sin antecedentes en delitos de ninguna índole”. La banda se movía en un barrio suburbano ubicado a escasas diez cuadras del lugar donde vive la familia de Diego. Uno de ellos –que ya habría sido detenido anoche– había sido filmado en la noche del jueves, pero la policía mantuvo la reserva para no interferir en la negociación.
Cascini se molestó con algunos periodistas de Buenos Aires: “Sabíamos que tenían información y les pedimos que mantuvieran la reserva, pero no lo hicieron y pusieron en peligro la vida de un chico”. Aunque no hizo mención a ningún medio, en San Pedro se sabe que sus dardos fueron contra el Canal 9 de televisión y con algunas autoridades policiales bonaerenses que habrían facilitado los datos. La madre de Diego habló recién por la noche, a última hora: “Está bien, pero necesita descansar. Está muy mareado, es normal, porque lo tuvieron atado y sin comer. Ya lo vio el médico y estamos felices de tenerlo”. Fuentes de la causa admitieron que el chico fue dopado por los secuestradores. Su madre midió anoche el impacto que el caso tendrá en la otrora tranquila San Pedro: “Todos los papás vamos a tener que cambiar después de lo ocurrido”. La policía hizo saber que todos los sospechosos “son civiles”. Esta vez la Bonaerense no tuvo nada que ver.