El aumento de los casos se verificó en el principal centro de atención para chicos y adolescentes que están en la calle. Testimonios de adolescentes con una nueva responsabilidad.
No sabe si será varón o mujer ni tampoco cómo lo llamará. Lo único que sabe es que tiene siete meses para encontrar un techo donde llevar al bebé que crece en su vientre. Laura tiene 17 años, y al igual que su novio, son chicos de la calle. “Estamos juntando la plata para alquilar una pieza”, contó la chica. Ella es una de las jóvenes embarazadas que asisten al Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia (Caina), ubicado en el barrio porteño de San Telmo. En lo que va del año, el centro atendió a 50 chicas, de las cuales 23 están embarazadas o tienen hijos. Tanto para Laura como para muchas otras jóvenes, la maternidad se convirtió en una motivación para regresar a sus hogares o intentar abandonar la calle.
La cantidad de chicas que acuden al Caina en busca de ayuda o asistencia médica para sus bebés creció paulatinamente en los últimos años y a su vez disminuyó la edad de las jóvenes embarazadas. De acuerdo con un registro de este centro de día, en 2004 se registraron 15 chicas embarazadas y madres, de entre 17 y 18 años. En 2005, este número trepó a 32 chicas, con un promedio de edad de 16 años. En 2006, subió a 33 casos de más de 17 años y este año, el índice de edad volvió a caer a los 16 años. Todas estas adolescentes iniciaron su embarazo en situación de calle, algunas de ellas con sus compañeros, otras solas, y en su mayoría se enteraron tarde de su embarazo.
Las consultas de adolescentes, con historias de abandono similares a las de Laura, llevó al equipo interdisciplinario a elaborar una estrategia acorde con las demandas de ellas. “Las chicas venían embarazadas, no sabían qué hacer, pedían para ir al médico”, recordó Natalia Cilli, socióloga integrante del grupo de trabajo. La respuesta a esta situación tomó la forma de un taller sobre maternidad para adolescentes que viven en la calle.
Allí las chicas aprenden sobre cuidados de salud durante el embarazo y luego de nacer el bebé, la lactancia, incorporaron rutinas y obligaciones. Aprenden a vincularse con ese nuevo estado en su vida. Los especialistas promueven la idea del embarazo como una etapa de cambio en la mujer o adolescente, en reemplazo de lo que consideran “la visión oficial”, que lo ve como un factor de riesgo para el bienestar del adolescente. “El embarazo de una adolescente en situación de calle y/o pobreza es visto como situación indeseable. La persona es calificada de inmadura e irresponsable para enfrentar la maternidad”, cuestionó Laureano Gutiérrez, docente a cargo de la vicedirección del Caina.
Por el contrario, la maternidad es vivida como una oportunidad para salir de la calle. “Es un antes y un después para ellas, piensan en otro proyecto de vida, deciden ‘rescatarse’, como dicen ellas, dejar de consumir y en tener algo propio”, analizó Verónica Murari, trabajadora social del equipo.
“Acá viene una chica que le decimos la Cholito. Era re bardera. Quedó embarazada y ahora es otra persona. Hasta se animó a hacer un curso de cocina francesa que dictamos en el centro”, ejemplificó el psicólogo Claudio Di Paola. Y cuenta otro caso: Sabrina, de 21 años, vive en el conurbano bonaerense. Su primer embarazo la motivó a dejar la calle y volver a vivir con su papá. De un total de 32 casos, 14 de las chicas abandonaron la calle, 11 salieron en forma inestable, es decir, a veces retornan a la situación de calle, y siete directamente continúan durmiendo en ellas. Luego del acompañamiento e intermediación del Caina, la mayoría de las chicas volvieron a vivir con sus familias. Este análisis y relevamiento fue presentado en el Tercer Congreso Nacional de Políticas Sociales.
Según el estudio, ser madres significa para ellas un cambio de status entre sus pares, ya que pasan de ser reconocida como una chica de la calle a ser una futura mamá. “A la chica embarazada se la cuida más. Si tiene frío o hambre, la respuesta del grupo es otra”, explicó Di Paola. Sin embargo, los especialistas plantearon la necesidad de impulsar un programa integral que garantice los derechos a vivienda, salud y educación de estas jóvenes. “De 60 embarazos que tenemos contabilizados, tres bebés fallecieron por muerte súbita y dos nacieron con enfermedades cerebrales. Fumar durante el embarazo, dormir en malas condiciones, hacinados, son causas del síndrome de muerte súbita, claramente vinculado con la pobreza”, sostuvo Gutiérrez. El testimonio de Laura es ejemplo de ello: “Todavía no sé dónde vamos a ir. Tenemos que juntar 300 pesos para alquilar algo por Retiro o Constitución”.
Informe: Elisabet Contrera.
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