“Soy gastrónomo de afición, no de degustación, sino de elaboración.” Así se presenta José Luis Calva Zepeda, mexicano, de 38 años, un perfecto desconocido hasta el pasado 8 de octubre, cuando la Policía del Distrito Federal entró en su casa después de detenerlo. Los vecinos de la Colonia Guerrero habían denunciado un hedor insoportable que emanaba del departamento de Calva Zepeda. El asombro de los agentes judiciales fue mayúsculo. En una olla se cocinaba el brazo de una mujer en un caldo espeso, en la heladera estaba oculto el trozo de una pierna y en la mesa un plato con trozos de carne aderezada con limón parecía listo para el consumo.

El lunes, el coordinador de Servicios Periciales de la Procuradoría General de Justicia del Distrito Federal, Rodolfo Rojo, confirmó las peores sospechas. Los trozos de carne encontrados eran fibras musculares estriadas del antebrazo derecho que fueron fritas con aceite y los huesos eran el radio y el cúbito de Alejandra Galeana Garavito, novia de José Luis Calva, desaparecida desde el 5 de octubre, según declararon en la farmacia donde trabajaba.

Los investigadores de la fiscalía descubrieron que la mujer murió estrangulada y golpeada, tras lo cual el asesino procedió a descuartizar el cadáver. En la bañera desolló pacientemente la pierna y el brazo derecho de su novia.

Aunque el fiscal de homicidios Gustavo Salas se declaró incapaz de afirmar si Calva Zepeda comió de aquella carne, “el Caníbal de Guerrero” es el tema estrella de los medios de comunicación mexicanos. Las autoridades creen que Alejandra Galeana no es la única víctima: otras dos jóvenes se encuentran desaparecidas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.