Jue 18.10.2007

SOCIEDAD  › DEVUELVEN EN ARGENTINA RELIQUIAS ROBADAS EN ESPAÑA

El regreso de los mapamundis

El ladrón es un historiador uruguayo que vive en Argentina. Dice que robó diez obras, de las cuales vendió dos y devolvió las otras ocho. La Justicia argentina lo eximió de ir a prisión.

Cuando robó los mapas en España, consiguió evitar que lo detuvieran. Logró lo mismo cuando los entró en Argentina. Y el martes pasado, casi dos meses después, los devolvió a la Justicia federal con el mismo resultado: la libertad. El historiador uruguayo César Gómez Rivero entregó ayer al juez Ariel Lijo ocho de los diecinueve mapamundis y otras imágenes que fueron robados de la Biblioteca Nacional de España en agosto último, confesó ser el responsable de la sustracción de sólo diez de esas reliquias y pidió ser eximido de ir a prisión, algo que se le concedió porque el delito que configura el supuesto asalto es, según la legislación nacional, excarcelable. La desaparición de las piezas había causado un escándalo en España, con renuncias de funcionarios incluidas.

De esa forma, se confirmó lo que hasta ahora era una sospecha. Apenas robadas, las reliquias llegaron a Argentina, donde permanecieron hasta ahora. Gómez Rivero, de 60 años y con ciudadanía tanto en España como en Argentina, devolvió a través de su abogado, Fernando Soto, sólo ocho de las piezas, mientras sostuvo que las otras dos que robó son las que fueron encontradas semanas atrás en Australia y Estados Unidos.

“Mi cliente sólo se llevó de la biblioteca diez piezas, y no 19 como denuncian en España. Ellos vienen sufriendo robos de este tipo desde 2004 y no tienen registrado cuándo desapareció cada mapa. Por eso posiblemente ahora digan que los 19 fueron sustraídos el mismo día”, argumentó Soto en diálogo con Página/12.

En el mismo acto en el que retornó la cosecha de su asalto “de guante blanco”, a Gómez Rivero, investigador histórico, residente en Pilar, le fue concedida la eximición de prisión, según fuentes del juzgado a cargo de Lijo, por dos razones: porque España todavía no presentó ningún pedido de captura ni de extradición, y porque si las cosas fueron como Gómez Rivero aseveró en su confesión, se trata simplemente de un hurto, delito que en la legislación nacional es excarcelable.

De todas maneras, el magistrado tomó una serie de medidas “para asegurar que Gómez Rivero permanezca en el país”: le retiró el pasaporte, le impuso una fianza y lo intimó a presentarse todos los lunes en el juzgado, de forma de acreditar que está en el país.

“El se entregó porque involucró a la gente que le compró los dos mapas, que no sabía que eran hurtados y tuvo que devolverlos”, explicó Soto, y además sostuvo que su cliente “va a restituir el dinero que le pagaron por esas dos transacciones”. A comienzos de este mes, uno de los mapamundis había sido encontrado en Nueva York en poder de un coleccionista. Días antes, en Sydney habían encontrado el otro, en el interior de la vivienda de un anticuario australiano, que lo había adquirido en una subasta realizada en Londres.

Gómez Rivero tiene desde 2004 un carnet de investigador histórico, que fue ratificado este año. Con el acceso que permite esa credencial, el hombre pidió para su estudio en la biblioteca española –donde se encuentra uno de los mayores patrimonios bibliográficos históricos del mundo, con unos 17 mil millones de documentos– varios volúmenes con mapas antiguos de la edición de la Cosmografía de Ptolomeo, los arrancó y se los llevó sin que la vigilancia del lugar lo percibiera. Su nombre había quedado registrado en el libro de las visitas y por eso, se supone, estaba en la lista de sospechosos.

Entre las piezas robadas está el reconocimiento del Estrecho de Magallanes, así como también escenas de cacerías de la época. Un grupo de la Guardia Civil llegará mañana junto a una experta en volúmenes antiguos para analizar si los documentos entregados por el investigador son legítimos y si son los que desaparecieron en España.

Si bien el robo ocurrió el 24 de agosto pasado en la Biblioteca Nacional de España, ubicada en Madrid, el gobierno español todavía no libró ninguna orden de captura, así como tampoco llegó a Argentina pedido alguno de extradición para el investigador, según las fuentes judiciales consultadas.

De todos modos, aunque alguno de esos requerimientos llegaran desde Europa, la situación de Gómez Rivero no cambiaría mucho, al menos en el corto plazo. Como fue aquí en Argentina que, según su propia confesión, puso a la venta las piezas, antes de ser extraditado a España deberá afrontar un juicio por defraudación. Recién cuando se termine ese proceso comenzaría el análisis de cualquier requerimiento internacional, estudios que por lo general suelen ser bastante largos y engorrosos.

Una vez conocido, el robo causó en España un escándalo de proporciones, que terminó con la renuncia de Rosa Regàs, en ese momento la directora de la Biblioteca Nacional. “Si dimití no fue por el robo, que es algo que pasa en todas las bibliotecas, aunque generalmente no se publicita, sino porque me obligaron a hacerlo público”, afirmó ayer Regàs, todavía ofuscada. “Fue por eso, y por la bronca que me metió cuando me acusaron de no haber hecho nada durante estos años” como directora.

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