Damián tiene una nena de 2 años y 7 meses, y Emanuel, un pibe de año y medio. Los dos el pelo corto. Caminan cerca, con la cabeza gacha, y dos hombres que los “cuidan”. Son “menores no judicializables” que ayer fueron artistas. Están recluidos en el Instituto Luis Agote, de la ciudad de Buenos Aires, donde terminan sus estudios. En ese marco, participaron del certamen “Historias de Adolescentes”. Su tema, Desde adentro, fue uno de los elegidos. Veintidós versos bastaron para una pintura hiperrealista sobre la vida en penitencia(rías). “Escribimos la realidad del preso, que se expresa como puede, si lo dejan”, cuentan a Página/12. Frente a cada pregunta, miran a sus custodios buscando permiso. “Esperamos sin esperar, dejando mucha vida sin caminar”, dice su tema. “Es la libertad, que algún día te va a llegar, pero no sabés cuándo”, explican. A diferencia de a los adultos, cuando un adolescente es recluido no se le da fecha de salida. Un custodio se acerca y dice “Ya está”. Y gesticula con la mano para dar por finalizada la charla. Página/12 intenta otra pregunta. Pero ya no hay respuesta. No la puede haber: ahora caminan de nuevo con la cabeza gacha, custodiados por los mismos dos hombres. Volvieron a ser penitentes.
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