La investigadora Gladys Baralla se convirtió ayer en la quinta víctima fatal de la explosión ocurrida el 5 de diciembre en la Universidad Nacional de Río Cuarto. La científica, de 52 años, falleció por “una falla multiorgánica” provocada por las quemaduras que cubrían más del 30 por ciento de su cuerpo, informó Marcelo Cardoso, jefe de guardia del Instituto del Quemado que funciona en dependencias del Hospital Córdoba. Precisó que “la afección en las vías aéreas es lo que más complicó” el estado de salud de Baralla, quien desde el miércoles experimentaba “un sensible desmejoramiento”. Sigue internado el director de la planta incendiada, Miguel Mattea, “en estado crítico y con pronóstico reservado”.
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