SOCIEDAD › DURA PENA POR CONECTAR 220 VOLTIOS A UNA VENTANA
Un tribunal lo condenó a dos años, por homicidio culposo, por la muerte de un vecino. Pero Casación dijo que es un homicidio simple.
Así como la sensación térmica hace que muchos abran las ventanas, la tan mentada sensación de inseguridad le dio a un electricista de Morón el pretexto para electrificar el marco de una abertura, en su casa. El electricista les avisó a amigos, vecinos y familiares que el sistema descargaría 220 voltios al que tocase la ventana. Pero hubo un desprevenido que se encontró con el golpe eléctrico y falleció. El electricista fue condenado a dos años de prisión por homicidio culposo, pero el fiscal apeló, y ahora la Cámara de Casación Penal bonaerense consideró que el delito que cometió fue “homicidio simple con dolo eventual”, porque sabía que con esa conexión “podía matar”, y ordenó que se dicte una nueva penitencia. La fiscalía había pedido una pena de 10 años de prisión.
El cambio de calificación fue decidido por la Sala III del tribunal y ofició como respuesta a un recurso presentado por la fiscalía contra el fallo anterior, en el que se había condenado al electricista –identificado con las iniciales E.R.G.– a dos años de prisión. En ese momento, el Tribunal Oral Criminal 4 (TOC 4) de Morón interpretó que E.R.G. incurrió en un homicidio culposo. Es decir, que no tuvo intención de matar a su vecino. En cambio, la fiscalía esgrimió que el imputado había actuado con dolo eventual porque, por su profesión, era consciente de las posibilidades de matar que tenía el dispositivo de defensa que había diseñado. De hecho, había avisado a sus allegados que tuviesen cuidado, lo cual vino a convertirse en una prueba en su contra.
Con la modificación del cargo por el que se lo imputa, E.R.G podría recibir una pena mucho mayor a la que se le había determinado: el homicidio simple contempla penas de entre 8 y 25 años de cárcel. El fiscal pidió 10 años, pero la sentencia deberá ser fijada por el TOC 4 de Morón, tal como decidieron los jueces Víctor Violini y Ricardo Borinsky.
Cada vez que salía con su familia, E.R.G. activaba el dispositivo para “proteger” su casa de posibles robos. Mediante un cable conductor, el aparato podía descargar una corriente de 220 voltios. El electricista les avisó a sus allegados, pero un vecino que fue a visitarlo tocó la ventana y recibió la descarga a través de su antebrazo izquierdo y su hombro derecho. Según la autopsia, el vecino falleció de un paro cardiorrespitario por electrocución.
“El hecho del aviso a los vecinos indica la plena conciencia de que el medio defensivo empleado era apto para producir la muerte, pues de no ser así, la advertencia habría carecido de sentido”, consideró Violini en su resolución. Asimismo, el magistrado consideró que el hecho de haber seleccionado a un grupo de amigos, vecinos y familiares para avisarles, no vuelve “menos disvaliosas la aceptación o indiferencia ante el eventual resultado de muerte, dado que el valor vida es el mismo para todos los humanos”.
En la sentencia, Violini argumentó que el imputado tuvo que representarse “el resultado letal” y “la insuficiencia de los medios de alerta implementados para advertir el peligro”. En la ventana no había ningún cartel que alertara sobre el riesgo. En tanto, Borinsky apeló a los ejemplos: “Si alguien monta una trampa para zorros se representa que va a lastimar el pie de otro, pero si prepara un dispositivo para acabar con elefantes, por ejemplo, un pozo cubierto de paja en cuya base y laterales aguardan lanzas, ni duda puede caber que conoce que la misma puede acabar con la vida de otro”.
No es el primer caso en que un vecino apela a este letal método de protección, con resultados trágicos. El 15 de noviembre último, una chica de 13 años murió tras tocar una reja electrificada de una casa vecina en Villa Itatí, Bernal. Otro caso similar, del que se cumplirán dos años la semana próxima, fue el de un adolescente de 14 años que intentó saltar la reja de un vecino para agarrar la pelota con la que jugaba junto a sus amigos, en una calle de Florencio Varela, y se encontró con que el cerramiento estaba electrificado. También murió, y al dueño del terreno, donde había dos casas en construcción, se lo condenó por homicidio simple.
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