Vie 04.01.2008

SOCIEDAD  › ARRIBA HOY A BUENOS AIRES LA ARGENTINA SECUESTRADA EN SOMALIA

El regreso de un viaje al Averno

Las dos voluntarias de Médicos Sin Fronteras fueron trasladadas a Madrid en un avión de la Fuerza Aérea española. El vuelo, desde Bosasso, se inició a las 9 de ayer y se extendió durante más de catorce horas. La argentina Pilar Bauzá partió anoche hacia Buenos Aires.

Se la ve sonriente, bronceada, descendiendo por la escalera del avión. Cualquiera diría, al ver su imagen, que llegaba de unas saludables vacaciones en algún paraje mediterráneo. Pero no. Se llama Pilar Bauzá Moreno. Basta mencionar su nombre para comprender que el bronceado es piel curtida por el sol quebrantahuesos de Bosasso; que la escalera por la que desciende es del Falcon 900 de la Fuerza Aérea española, en la base militar de Torrejón de Ardoz, en las afueras de Madrid; que la sonrisa es la que surge después de pisar tierra segura tras haber permanecido una semana en manos de una banda de secuestradores de uno de los tantos subclanes de la desconocida pero autodenominada autónoma Puntlandia, al noreste del mapa hambriento y desmembrado que aún lleva el nombre de Somalia. Junto a Pilar, Mercedes García, la médica española, tan sonriente, bronceada y ex rehén rescatada como su colega de secuestro. Si anoche Mercedes ya podía estrecharse en un abrazo con sus familiares directos, a Pilar aún le faltaba más de medio día. La enfermera argentina de Médicos Sin Fronteras partió anoche desde Madrid en un vuelo de Iberia que tiene como hora de llegada a Ezeiza las 10.40 de hoy, hora argentina. A esa hora, en Bosasso serán las 15.40.

La sonrisa que parecía no despegarse más del rostro de las dos voluntarias de MSF es apenas el último paso (penúltimo para Pilar) de siete días de incertidumbre, desde que entre seis y diez hombres armados con rifles de asalto AK-47 Kalashnikov interceptaron el vehículo en el que viajaban con un chofer y un intérprete, y las arrastraron hacia Giriso, una comarca montañosa y boscosa a 5 kilómetros de Bosasso, al noreste, casi al extremo del cuerno de Africa.

La liberación se obtuvo después “de negociar a muy diversos niveles, se han tocado palos”, reveló Paula Farias, presidenta de Médicos Sin Fronteras. “No tenemos claro cuál fue lo que desencadenó la liberación.”

Una vez liberadas, la partida no se pudo efectuar porque el aeropuerto de Bosasso no tiene luz eléctrica y sólo se puede usar hasta las 17. Recién a las 9 de la mañana locales pudieron partir hacia el oeste para hacer escala en Hargeysa, capital de Somalilandia, todavía dentro de la desmembrada Somalia, y enfrentada a muerte con Puntlandia. Desde allí, el avión siguió viaje hasta Adis Abeba, en Etiopía, donde a la comitiva que acompañaba a las mujeres se sumó la secretaria de Cooperación Internacional española, Leire Pajín, quien había sido enviada para participar en las negociaciones. Luego, continuaron viaje hacia Madrid, donde arribaron pasadas las ocho y media de la noche española (18.30 argentina), con una hora y cuarto de retraso y tras haber sobrevolado parte de Africa central durante más de catorce horas.

El aterrizaje del Falcon 900 de la Fuerza Aérea española se realizó en el aeropuerto militar de Torrejón de Ardoz, a unos kilómetros del de Barajas, al este de Madrid. Cuando el Falcon se detuvo y se extendió la escalerilla, la primera persona en subir fue un psicólogo. Después, bajaron las dos mujeres, Mercedes y Pilar, ambas con camperas rojas, muy sonrientes. Mercedes, la médica española, se fundió en un abrazo con sus hermanos que la esperaban con sus esposas en el aeropuerto, además de Marcos Martínez, el alcalde de Cuadros, la localidad leonesa donde nació la médica. La española hizo un amague de acercarse al medio centenar de periodistas que aguardaban detrás de un vallado, pero después dio marcha atrás, saludó con los brazos en alto y se retiró abrazada a sus familiares.

Pilar fue recibida por una prima hermana de su madre, que vive en Madrid y que la acompañó hasta su siguiente partida, tres horas después hacia Buenos Aires. La enfermera argentina había decidido que en principio regresaría a su país, con su familia, en Bella Vista.

En la pista, al pie de la escalerilla del Falcon, aguardaban el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Angel Moratinos, y el embajador argentino en España, Carlos Bettini, quien afirmó que las dos mujeres se encontraban bien de salud, aunque Pilar debía pasar por una revisión médica antes de regresar a Argentina. Bettini se negó a hablar del secuestro porque sostuvo que se trata de “una cuestión privada”, y agregó que la liberación fue posible gracias “a la influencia de la política y al papel desempeñado por España con la modesta colaboración de Argentina”.

A la 1.25 de la madrugada de Madrid, Pilar Bauzá Moreno partió hacia Buenos Aires, en el vuelo IB 6843, de Iberia. La esperaban trece horas y quince minutos más antes de arribar a Ezeiza, a las 10.40 de la mañana, esta vez sí, hora local, o sea, hora argentina.

Los familiares hablaron con ella antes de la partida. “Estoy muy contento –aseguró Matías Bauzá, uno de los hermanos de Pilar–. Hablé muy poco con ella, sólo para sentir en su voz que estaba bien pero cansada. Tuvimos que racionar la conversación porque somos siete los miembros de la familia Bauzá y todos queríamos hablar”, comentó.

Hoy, apenas pise tierra argentina, Pilar será secuestrada de nuevo, esta vez por manos familiares, que la trasladarán supuestamente hacia Bella Vista, buscando eludir la ansiedad periodística y olvidar las 27 horas de vuelo y la semana de vivir colgada de un aliento.

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