Fue elegida Reina del Mar 2008. La historia de su familia es tan extensa como el apellido de sus ascendientes. Uno de ellos fue Juan Manuel de Rosas. Será el rostro de Mar del Plata por un año.
› Por Carlos Rodríguez
desde Mar del Plata
La Reina del Mar 2008, además de ser inteligente, bella, rubia y de ojos celestes, tiene un apellido con historia. El árbol genealógico de María Belén López Osornio, la soberana de 22 años, tiene un hito a partir de doña Agustina Josefa Teresa López de Osornio, quien el 30 de marzo de 1793 tuvo a su primogénito, bautizado con el nombre de Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas López de Osornio. Así como con el tiempo los López Osornio perdieron el “de” original, que denotaba su origen monárquico, el primer hijo de doña Agustina simplificó su carta de presentación en sociedad y quedó en la historia como ese polémico personaje que fue don Juan Manuel de Rosas. Ni siquiera conservó la “z” del apellido original. “En la casa familiar del barrio Alfar, donde vivo con mi madre y mis hermanos, el árbol genealógico está colgado en una de las paredes principales. Nosotros somos López Osornio, un apellido compuesto desde siempre. No es que me guste aparentar, pero me molesta que me digan López a secas”, afirma la Reina del Mar y luego sonríe, como dando a entender que tampoco se trata de una cuestión de vida o muerte.
Don Clemente López de Osornio Gamiz, abuelo materno de Juan Manuel de Rosas, llegó a Buenos Aires en 1701. Tenía título nobiliario, era duque de Normandía, y había tenido que marchar al exilio por cuestiones políticas. “Agustina Teresa López de Osornio se casó con León Ortiz de Rozas y de esa unión nació Juan Manuel de Rosas. Nuestro apellido es criollo desde nuestros ancestros y lo conservamos tal cual es, aunque perdimos los títulos nobiliarios”, dice María Belén, cuyo padre, ya fallecido, tenía un transporte escolar y su madre, Susana Gasparini, hace unos pocos años se recibió de técnica museóloga y trabaja en el Museo Arqueológico Guillermo Magrassi, en el barrio Alfar.
María Belén, taurina y con novio, es una mujer de muchas respuestas, sin necesidad de tantas preguntas. “Me molesta que algunos piensen que por ser reina de belleza una tiene que ser necesariamente tonta. Hace tres años fui finalista en el concurso para Reina del Mar y ahora me volví a presentar porque era una deuda pendiente. Creo que gané porque estoy más madura y porque estoy mejor preparada para ser la representante de Mar del Plata durante el año que dura el reinado.” Aunque hoy piensa que su belleza y su don de gente le abren puertas para las relaciones públicas o las promociones, sigue haciendo la carrera porque quiere ser docente. “Estoy haciendo pasantías en escuelas pobres, donde los chicos muchas veces van sólo para comer, y en escuelas para chicos ricos donde también hay problemas porque los padres nunca van y mandan a la mucama.”
Mientras carga con su cetro, que pesa más de cuatro kilos, y con la responsabilidad de ser “la cara de Mar del Plata”, María Belén dice que estaba predestinada a ser reina. “Una tía política mía, María Cristina Irurieta, fue la primera Reina del Mar de la historia de Mar del Plata y yo estaba obligada a sucederla alguna vez.”
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