La autoridad sanitaria y de control farmacológico de Estados Unidos advirtió que la mala aplicación o sobredosis de ese producto puede causar hasta la muerte. Tres marcas en la mira.
Es un veneno, pero también un remedio, cualidades que los antiguos griegos denominaban con la palabra Pharmákon. La toxina del botulismo, 40 millones de veces más poderosa que el cianuro, se aplica hace más de veinte años en dosis microscópicas para el tratamiento del estrabismo o en diversas patologías derivadas del Parkinson, pero pegó el salto a principios de los ’90, cuando fue redescubierto por los cosmetólogos. Se popularizó como Botox y ayer, después de recibir el reclamo de la ONG norteamericana Public Citizen, la Administración Federal de Fármacos y Alimentos norteamericana (FDA, por sus siglas en inglés) advirtió sobre los riesgos del producto, principalmente por malas aplicaciones o sobredosis, que podrían causar desde fallos respiratorios hasta la muerte. En particular, la FDA anunció que se encuentran en revisión tres marcas de este productos.
Las reacciones adversas, según la FDA, estarían relacionadas con la extensión de la toxina a áreas distintas al lugar de inyección y que se asemejan a los síntomas del botulismo: dificultades a la hora de tragar, debilidad y problemas respiratorios. En la mira específica están las marcas Botox y Botox Cosmetics (toxina botulímica tipo A), de la empresa farmacéutica Allergan, y de Myobloc (toxina botulínica tipo B), de la firma Solstice Neurosciences. Ambas compañías habían sido señaladas por Public Citizen, que reclamaba que “que emitan una carta de advertencia a los médicos sobre sus formulaciones de toxina botulínica”. La ONG remarcó que entre noviembre de 1997 y diciembre de 2006 murieron 16 personas, de los 658 casos reportados de gente que “sufría efectos adversos tras inyecciones de la toxina del botulismo”.
Sin embargo, la FDA no prohibió su venta, coincidiendo con la respuesta del laboratorio Allergan, ya que “no ha concluido que haya una relación causal entre los productos de este fármaco y las emergencias ocurridas”, aunque advirtió sobre sus posibles efectos secundarios. El Botox tiene 18 años en el mercado y fue aprobado por las agencias regulatorias de más de 75 países. Se inyecta en pequeñas dosis para relajar un músculo y bloquear los impulsos nerviosos que forman las contracciones musculares por cuatro a seis meses, por lo que resulta ideal para eliminar temporalmente arrugas faciales, pero fatal si afecta a los músculos equivocados, como el corazón. También se utiliza para tratamientos de molestias como espasmo de los párpados, espasmo en el cuello y sudor excesivo en las axilas. De hecho, en Estados Unidos, el Botox se usa para evitar el resbalón producido por la sudoración en el talón en usuarias de zapatos de taco alto.
Los efectos secundarios aparecieron en niños y adultos que fueron tratados con esta toxina para tratar diversos espasmos o para suavizar de las líneas de expresión. La empresa Allergan le respondió a Public Citizen a través de un comunicado en el que afirma que “desde su aprobación, no ha habido una sola muerte reportada que haya tenido un vínculo causal con Botox”. El comunicado agrega que el actual prospecto de Botox que reciben los médicos de los Estados Unidos provee información detallada que alerta sobre sus posibles efectos colaterales.
Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética, la Argentina sigue ocupando el quinto lugar en la lista de los 50 países de mayor demanda anual de estas y otras intervenciones de rejuvenecimiento. Sin embargo, fuentes de la Sociedad Argentina de Cirujanos Plásticos de Buenos Aires comentaron que la peligrosidad del Botox deviene de la falta de pericia del médico. “Sólo hay que saber manejarlo, la cara tiene una veintena de músculos y el cirujano tiene que conocer muy bien la anatomía y la fisiología de estos músculos”, destacaron las fuentes, que comentaron que el producto llega al mercado local a través de laboratorios de China, Israel y Estados Unidos.
Por otra parte, y para tranquilidad de los “botox-dependientes”, los cirujanos consultados por este matutino recordaron que la eficacia y seguridad del Botox fue probada por más de dos mil estudios médicos a lo largo de más de veinte años. “Aunque la mejor prueba es el tiempo”, comentó un profesional.
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