SOCIEDAD
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Españoles que hacen las valijas
Por Frances Relea *
La gravedad de la crisis argentina ha provocado giros de 180 grados en situaciones de quienes desembarcaron o aterrizaron en el país de sus sueños hace décadas. Si bien muchas de aquellas fantasías de los inmigrantes se cumplieron en los años de bonanza económica, la realidad ha cambiado radicalmente y el objetivo de un número creciente de aquellos soñadores es regresar a sus países de origen. Manuel Padilla nunca hubiera imaginado que 53 años después de su llegada a la Argentina estuviera haciendo las maletas para regresar a su Andalucía natal.
Llegó en 1949, “en una época en que España estaba muy mal y la Argentina en perfectas condiciones”, para quedarse, y se instaló en la provincia de Mendoza. Medio siglo después está prácticamente solo porque sus hijos, nacidos y educados en la Argentina, se fueron a España. “Lo más difícil es vender las cosas que tengo acá”, dice. “Creo que éste es el peor momento que me ha tocado vivir en este país, tanto que estoy deseando poder largarme otra vez para España.”
En el trabajo no le fue mal. Tiene una destilería que comercializa varias bebidas para toda la parte sur de Mendoza. Instalado en la localidad de San Rafael, es uno de los fundadores del Centro Andaluz y del Hospital Español, que es su “gran recompensa”.
“Después de tantos años acá, voy a tener que deshacer lo que tengo y volverme a España otra vez.” En la Argentina quedará un hijo, que en cuanto pueda también dejará lo que tiene y volará hacia España. Manuel Padilla explica agradecido la acogida de San Rafael. “Yo era un pobre inmigrante que no conocía a nadie y, sin embargo, me abría las puertas la gente más importante del pueblo. Me es muy difícil despegarme de todo esto. Me hice ciudadano argentino a los pocos años de estar acá porque me gustó esta tierra y le agradecía mucho lo que hacía conmigo.”
Eloína Prieto, asturiana de nacimiento de 66 años, daría el mismo paso que Padilla, pero la retienen los dos hijos que todavía siguen en la Argentina y el miedo a perder una pensión “medianamente buena” de 1784 pesos, que con la rebaja del 13 por ciento ha quedado en 1383 pesos, “justito para cuidarme”. “Si pudiera llevar a mis hijos, vendería mi casa y me iría a España. En América está todo muy incierto.” Eloína estaba a punto de viajar para visitar a su tercer hijo, que vive en Ibiza, cuando el Gobierno congeló los depósitos.
Celestino Negueruela, de 54 años, vallisoletano, vivió los últimos 21 años en la Argentina, adonde llegó en abril de 1981 trabajando en el sector pesquero. Fue contratado por la empresa hispanoargentina Antártida Pesquera Industrial (API). En un principio las cosas no le fueron mal, hasta que empezaron a torcerse. “El sector pesquero está muy regulado por el Gobierno, tan inmoral como todos.” Tuvo socios argentinos y coreanos hasta que cambió la pesca por el campo. “Nos equivocamos de medio a medio. El campo no es tan fácil y no lo sabe trabajar cualquiera”, dice la esposa, Maribel Márquez, de Guadalajara. Antes de que empezara la crisis definitiva, “que ya se veía venir”, Negueruela viajó a España en busca de nuevas alternativas. “Nuestra decisión está entre irnos y quedarnos, por nuestros hijos –explica su esposa–. Hemos visto en 20 años que esto no cambia sino que entra en períodos cíclicos. La idea de marcharnos empezó a rondarnos la cabeza hace tres o cuatro meses. No sabemos si vender el apartamento, nuestros afectos están aquí y nuestros hijos tienen su mundo.”
* De El País, especial para Página/12.
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