SOCIEDAD • SUBNOTA
El jueves próximo, el cura Julio César Grassi dirá sus últimas palabras antes de la sentencia, en la causa por abuso sexual y corrupción de menores en la Fundación Felices los Niños. El veredicto se conocerá a mediados de junio, pero el sacerdote deberá enfrentar además otro juicio oral, esta vez por presunta malversación de caudales privados relacionados con el alquiler de una casaquinta en el Gran Buenos Aires. En esa causa se acusa a Grassi de usar fondos de la Fundación Felices los Niños para pagar el alquiler de La Blanquita, donde vive desde 2003, cuando fue obligado a abandonar la Fundación. La casaquinta queda en Hurlingham. La investigación se abrió en 2006, cuando un hombre se presentó en los tribunales para denunciar que era el dueño de esa quinta con huerta y pileta de natación, que estaba muy cerca de la sede central de la Fundación y donde estaba viviendo Grassi. Cuando el propietario quiso rescindir el contrato para volver a La Blanquita, allegados a Grassi le consiguieron una vivienda similar, en alquiler, porque el cura quería permanecer cerca de la Fundación. Su denuncia permitió abrir una causa por supuesto peculado, ya que se habría estado pagando el alquiler de las dos viviendas con plata de la Fundación.
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