SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Horacio Cecchi
“El Estado tiene tres métodos para trabajar el problema de las adicciones –sostiene Sebastian Scheerer–: el penal, el dinero y la información. ¿Qué hace en términos como el tabaquismo: da información, hasta en la escuela primaria está dando a los hijos la información sobre lo perjudicial que resulta el tabaquismo. Como Estado, entonces, hago restricciones de información a favor del consumo, y pago para más informaciones contrarias al consumo. Es una inversión por parte del Estado en la educación. Es una política de información, escribes informaciones en contra del consumo de droga y haces restricciones a todas las informaciones a favor del consumo. Las diferencias entre el alcohol y el opio son diferencias que se sostienen en una fe como la religiosa. No hay motivos objetivos. No es una cuestión médica que los diferencie. Desde un punto de vista, cada droga es diferente de las otras, pero todas las drogas son semejantes en que pueden ser utilizadas con inteligencia y sin inteligencia. Lo racional sería proteger la autonomía de elegir la droga de preferencia personal a cada individuo adulto. Pero antes de ser adulto eres un niño, y como niño precisas de educación. No de manipulación. Educación en materia de tabaco sería informar, iluminar sobre las posibles consecuencias, sobre los efectos deseados y los indeseados. Lo mismo debiera pasar con el opio, la cocaína, la marihuana. La división entre legal e ilegal es una ficción con consecuencias graves y reales. La definición de droga es una ficción, es un accidente histórico que muestra una política sistemática con las drogas y con los chicos que las consumen, los no privilegiados, los que son más vulnerables a la penalización. En términos de ciencias naturales, de medicina, es ridículo decir que unas drogas son malas y otras son buenas. Los buenos pueden ser tan malos y los malos pueden ser tan buenos. Lógico que hay riesgos, pero el riesgo puede ser pequeño o puede ser grande. No es real la división entre legal e ilegal. El opio tiene riesgos infinitamente menores que el tabaco. Nunca provocó ni un caso de cáncer, el opio no agrede ningún órgano del cuerpo humano, el tabaco agrede a todos y a cualquiera. Entonces, cuál es la lógica.
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