Dom 02.05.2010

SOCIEDAD • SUBNOTA  › LOS TEMAS Y LAS PONENCIAS QUE SE TRATARON EN EL PRIMER CONGRESO

“Su mayor dolor y vergüenza”

Prostitución, matrimonio, divorcio, derechos gremiales, salarios, dependencia y la “insana” educación que recibían las mujeres fueron temas del encuentro hace un siglo.

› Por Mariana Carbajal

Hubo decenas de ponencias en I Congreso Femenino Internacional que se desarrolló en 1910. Julieta Lanteri –sexta médica recibida en el país, en 1906, luchadora incansable por el voto y la participación política femenina, primera en votar en una convocatoria municipal en 1911– presentó un trabajo sobre la prostitución. “Es para la mujer moderna su mayor dolor y su mayor vergüenza”, afirmó. Y formuló un voto de protesta “contra la tolerancia de los gobiernos que la sostienen y explotan”. El tema generó un debate acalorado. Finalmente, la propuesta se votó afirmativamente.

Otra expositora, “la señorita Agustina Maraval, del Club Atalanta”, planteó que se “fomenten los clubes femeninos con tendencia a la educación física”. Fundamentó su moción al afirmar que “la educación física de la mujer es indispensable para obtener su independencia moral y social y es un factor importante para la evolución de su mentalidad”. Carolina Muzzilli, obrera y luchadora por los derechos obreros y de las mujeres y la niñez, se explayó sobre la necesidad de sancionar una ley de divorcio. “¿Por qué, si todo evoluciona, amoldándose a las necesidades del momento histórico, el contrato matrimonial en nuestro país no ha evolucionado admitiendo el divorcio como consecuencia lógica? Negar el divorcio es efecto de rancios prejuicios y la negación completa de la conciencia, de la razón y de la moral. Negar el divorcio es admitir el adulterio, escuela práctica de infelicidades”, decía Muzzilli. Tuvieron que pasar 75 años para que el divorcio vincular se convirtiera en ley.

La médica española Concepción Aleixandre (1862-1952), quien ejercía en 1891 como ginecóloga en el Hospital de la Princesa de Madrid, expuso sobre la mujer en la medicina a lo largo de la historia, y rescató, entre otras, a la ateniense Agnodice, que vestida de hombre en el siglo IV A. C., fue a Alejandría a estudiar medicina y obstetricia y al regresar a Atenas, todavía disfrazada de hombre, ejerció su profesión con éxito entre las mujeres de la aristocracia. Los médicos atenienses se sintieron celosos de sus éxitos y la denunciaron como “uno que corrompe a las esposas de los hombres”. Agnodice reveló entonces que era una mujer y fue condenada a muerte. Las mujeres de la ciudad, presentándose ante los jueces, amenazaron con morir con ella si era ejecutada. La resistencia organizada funcionó, Agnodice fue liberada y se le permitió seguir ejerciendo la medicina vestida y peinada como quisiera.

La socialista Juana María Begino –una de las impulsoras de la Unión Gremial Femenina en 1904– abordó “la condición económica de la mujer”. “Admitida la premisa de que la independencia económica es la base de todas las independencias, la mujer no podrá considerarse enteramente libre mientras no haya logrado independizarse de la tutela masculina, por el esfuerzo de su labor moral e intelectual. Sabido es que, hoy por hoy, la mujer recurre al matrimonio como al seguro refugio que ha de preservarla de la miseria, pasando de este modo a ser del dominio absoluto de aquel que la mantiene, habiéndola comprado más antes en el mercado de la sociedad en que se comercia con todo; con todo, hasta con el amor, preciado don de la vida”. Begino también abogó por derechos laborales para las obreras, que incluyeran una licencia por maternidad, y por la protección de la infancia: “En lugar de cárceles o casas correccionales de menores, podrían hacerse escuelas, salas de recreo, jardines de infantes, etc. Para ir educando a la niñez en armonía con la naturaleza y preparándola, no para que vaya a ocupar más tarde las celdas sombrías de una cárcel ni a caer bajo el poder ominoso de un pervertido sectarismo”. El derecho al voto, la sobrecarga y la doble jornada laboral por el trabajo doméstico, “la educación deficiente y casi insana” que recibían las mujeres en aquel entonces, y la disparidad de salarios entre hombres y mujeres fueron otros de los ejes de las ponencias.

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