SOCIEDAD
• SUBNOTA › EL CAMBIO EN LOS HOLANDESES
“Máxima supo conquistar a la población”
› Por Horacio Cecchi
Cuando en setiembre de 2000, el primer ministro holandés, Wim Kok, le encargó una investigación absolutamente confidencial sobre el pasado de Jorge Zorreguieta, el pueblo holandés, en su mayoría, rechazaba el compromiso entre Guillermo Orange y Máxima Zorreguieta. Michiel Baud, especialista en política latinoamericana y responsable de aquel informe confidencial, explicó a Página/12 los motivos por los que ahora, ese mismo pueblo holandés se volcó mayoritariamente a las calles a vitorear al paso de lady Max y el príncipe heredero. “El problema quedó concentrado en un solo punto, de máxima tensión, el año pasado: que el padre no concurriera a la boda y que la hija rechazara al gobierno militar. Una y otra cosa ocurrieron. En Holanda hay un estado de la gente como si se tratara de una copa mundial de fútbol, todo el mundo está hablando de eso”.
Las imágenes fueron elocuentes. La atención entera de los holandeses estaba fijada en el paso del carruaje de oro y vidrios blindados. Dentro viajaba el príncipe Guillermo y Máxima, lady Max, la hija de Zorreguieta o como quiera llamársela. Muchos, en clara actitud de denuncia, refrescando la memoria sobre el apellido y sus relaciones militares. La gran mayoría, vitoreándola a ella, la nueva princesa de Holanda. Esa misma gran mayoría fue la que, en abril de 2000, reflejó su opinión sobre la boda en una encuesta publicada en todos los medios holandeses: el 60 por ciento rechazaba en aquel momento el compromiso real por los antecedentes del apellido Zorreguieta.
–Teniendo en cuenta aquel rechazo, ¿cómo se explica ahora esta Maximanía que parece envolver a los holandeses?
–Es una pregunta que también nos hacemos nosotros, los holandeses. Pero hay que tener en cuenta también que la monarquía tiene una popularidad muy grande. Ahora, como ocurre con muchas monarquías europeas, se agotó en una especie de telenovela. Las revistas están fascinadas por el asunto del matrimonio real. Tampoco es muy frecuente este tipo de matrimonios, por lo que también sale de lo común y se produce como una ola de atención de los medios, cada día con mayor intensidad, cada día hay más suplementos especiales, tanto de las publicaciones serias como de las menos serias. Hay un estado de la gente como si se tratara de una copa mundial de fútbol y entonces todo el mundo está hablando de eso.
–Parece haber desaparecido así, sin más, las preocupaciones por la historia del padre de Máxima.
–El pasado del padre es una preocupación de una cantidad de gente, intelectuales, grupos de derechos humanos. Son voces que ahora quedaron tapadas por el sentimiento más general de alegría, que está existiendo ahora acá. De todos modos, no son críticas silenciadas. Especialmente después de la entrevista televisiva que ofreció la pareja. En ese momento resurgió el pasado de Zorreguieta; la relación del príncipe y la muchacha con este pasado, el papel de la monarquía son cuestiones que siguen teniendo importancia. Pero esta semana todo estuvo puesto en la boda.
–¿Sobre Máxima qué es lo que se piensa?
–Se adaptó bastante bien, tiene popularidad, los chicos y adolescentes fueron ganados. Hay afecto con su forma de ser. Supo conquistar a la población.
–Entonces, los problemas que existían antes del compromiso desaparecieron.
–En la época en que el Parlamento estaba por plantear la cuestión, la situación era muy, muy tensa. Y Guillermo no podía acceder al matrimonio sin consentimiento del Parlamento.
–¿Tenía obligación de informar?
–Nosotros tenemos una monarquía que, como en un corralito (ríe), debe prestarse a cierto control parlamentario.
Michiel Baud es director del Centro de Estudios y Documentación Latinoamericano, el centro de estudios más importante sobre la región en los Países Bajos, además de profesor de la Universidad de Amsterdam. Ensetiembre de 2000, el gobierno holandés lo contactó para solicitarle un trabajo que únicamente podía realizar él: investigar los cargos que ocupó Zorreguieta padre durante la dictadura, el marco histórico durante esos años y los objetivos del gobierno militar. La solicitud demostraba la enorme preocupación de la Corona por el pasado de Zorreguieta y la posibilidad de que su hija pasara a integrar parte de la familia real. Le garantizaron absoluta independencia científica. La confidencialidad exigida demostraba, además, lo sensible que resultaba el tema. “Si la gente sabía que yo estaba haciendo la investigación, hubiera concluido que la boda era un hecho”, dice ahora. Entre setiembre de ese año y enero de 2001, Baud viajó a Argentina, revisó documentación, elaboró luego el informe y lo entregó al gobierno de Wim Kok. Parte del informe fue anticipado por este diario. En aquel momento, Baud dijo que, “aunque no se pudo detectar una vinculación directa, por el cargo que ocupaba es inconcebible que Zorreguieta no supiera lo que estaba ocurriendo con los desaparecidos”.
–¿Cómo impactó su informe en el gobierno?
–La presencia del padre en la boda era un punto muy crítico. Estaba todo tomado por esto. Otros temas como el de la religión, que siempre fue un tema prioritario, pasaron a segundo plano. Después de entregado mi informe, pero antes de que el Parlamento tratara la cuestión, el gobierno mantuvo contactos con Zorreguieta y él aceptó no asistir a la boda. Eso disolvió el conflicto.
–¿Es posible que en la disolución del conflicto haya actuado el temor a que Guillermo se viera obligado a abdicar como heredero de la corona?
–No, esto no sucedió porque, si bien había diferentes posiciones, partidos radicales que rechazaban el permiso, diciendo que se incluía en la familia real a una persona con un pasado dudoso, la gran mayoría del Parlamento sostenía que no se podía culpar a la hija por lo que había hecho el padre, por lo que en general se la apoyó. Cuando Zorreguieta acordó no asistir a la boda, el conflicto quedó solucionado.
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