SOCIEDAD • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Gustavo Lesbegueris *
La condena mediática del ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires a la rectora y a los estudiantes, que en su reclamo por mejores condiciones edilicias protagonizaron los lamentables incidentes de público conocimiento en las adyacencias del Liceo 10, evidenció no sólo su profundo desconocimiento de los procedimientos y las normas vigentes en el sistema educativo sino, también, la decisión de recurrir a “medidas ejemplificadoras” (sic) como las aplicadas en la ocasión con el objeto de acallar las voces que desde el interior de las escuelas puedan impugnar las políticas que impulsa la actual administración.
Se devela así la ofensiva, insinuada ya por su antecesor en el cargo, de la gestión educativa del macrismo en pos de restaurar el viejo orden disciplinario en las escuelas, cuyas manifestaciones más elocuentes son la “intervención” del establecimiento, el intento de condicionar la opinión de la Junta de Disciplina y del Consejo de Convivencia Escolar a través de los medios y la insinuación de acción de presuntos “infiltrados” en la protesta.
Sería interesante que el licenciado Esteban Bullrich informara también en conferencia de prensa si sancionó a los funcionarios responsables de subejecutar en forma sistemática el presupuesto asignado a construcción y mantenimiento de edificios escolares, cuando hay establecimientos que no reúnen adecuadas y suficientes condiciones de infraestructura, más de 4 mil niños y niñas en “registros provisorios” que no acceden a vacantes en establecimientos de nivel inicial, aulas superpobladas en escuelas de nivel primario de la zona sur y alumnos/as “reubicados” en colegios alejados de sus hogares a los que asisten en micros contratados por el GCBA.
Del mismo modo, podría dar a conocer si impulsó procedimientos sancionatorios para las concesionarias del servicio de comedores escolares que alteraron desde el inicio del presente ciclo lectivo y hasta fines de abril los almuerzos que brindan a los/as alumnos/as estipulados en el pliego vigente y, según lo han reconocido informes elaborados por sus propios funcionarios, los reemplazaron por los “mal llamados por las mismas empresas (menús) de emergencia”.
Podría por último el ministro de Educación porteño aprovechar tanta exposición para informar si habrá de mostrarse igual de expedito como a la hora de sancionar para transferir a las asociaciones cooperadoras escolares los subsidios de mantenimiento edilicio que les adeuda, abonarles en tiempo y forma a los docentes interinos y suplentes que desde hace meses aguardan el pago de sus salarios, poner en norma las instalaciones de gas del medio centenar de escuelas a las que se les cortó el suministro, o designar los cientos de cargos de auxiliar de portería que se requieren para garantizar óptimas condiciones de limpieza en los establecimientos.
Licenciado en Educación. Ex defensor adjunto
del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires.
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