SOCIEDAD
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El extraño olvido de la familia de donar los órganos de Belsunce
› Por Horacio Cecchi
Un detalle más se suma a la larga lista de sombras que existe alrededor del homicidio de María Marta García Belsunce y su encubrimiento. Su hermano, Horacio; su padrastro, Constantino Hurtig; su cuñado, Guillermo Bártoli; y nada menos que su marido, Carlos Carrascosa, afirmaron al fiscal durante las indagatorias que María Marta había autorizado la donación de sus órganos. Pero ese dato jamás fue revelado a los médicos que la atendieron ni fue notificado a ninguna autoridad competente. En caso de haberse conocido ese dato, la revisación de un especialista en donación de órganos hubiera puesto al descubierto que la mujer había muerto de cinco balazos.
El primero en afirmarlo fue Horacio García Belsunce, el 19 de enero pasado. Fue luego de una larga cadena de preguntas y respuestas. “¿Cuando lo envolvió en papel higiénico (al pituto) tenía manchas de sangre?”, preguntó el fiscal Diego Molina Pico. “No, que yo recuerde”. “María Marta era torpe?”, quiso saber el titular de la UFI 2 de Pilar. “Yo no sabía”, respondió, negando la teoría de la torpeza del accidente. “¿Era donante de órganos?”, introdujo el fiscal, y Horacito contestó: “Conociéndola a María Marta estoy seguro que sí”.
Guillermo Bártoli fue más contundente, en su declaración realizada el mismo día 19. La afirmación la realizó después de que afirmara que Carrascosa había llegado solo a su casa a ver el partido. “Preguntado para que diga si sabía si María Marta era donante de órganos dijo: Sí”.
También Constantino “Dino” Hurtig, al día siguiente, confirmó una verdad que parecía conocer toda la familia, menos en el momento que correspondía. “¿María Marta era donante de órganos?”, fue la pregunta. La respuesta: “Sí”. Entonces, Molina Pico le preguntó: “Se comentó esa circunstancia?”. Y Dino respondió que “Sí, al día siguiente, que todos nos habíamos olvidado –e inmediatamente agregó–. Creo que el 29 (de octubre) Irene me cuenta que habló con Canela pero cuando se acuerdan del tema de la donación ya habían pasado más de seis horas y no era factible.
De ese modo, Hurtig agregaba que, además, su hija, Irene, media hermana de María Marta, y la amiga Canela estaban perfectamente al tanto de que era donante de órganos. No sólo esto. También Pichi Taylor había declarado saber que María Marta era donante.
Pero fue el hombre clave del caso, Carlos Carrascosa, marido de María Marta, quien terminó por confirmar que el dato era un aserto conocido por familiares y amigos: el 21 de enero, durante la última indagatoria tomada por el fiscal Molina Pico, el Gordo aseguró estar al tanto.
¿Por qué tiene relevante importancia que todos, familiares y amigos, casualmente, se hayan olvidado de aquello que había deseado María Marta en vida? Porque al dar a conocer el dato, ya sea a los dos médicos intervinientes, ya sea a cualquiera de las funerarias a las que asistieron solicitando servicio, ya sea a la autoridad competente, hubiera obligado a la intervención de un médico especialista en trasplantes. Ese especialista debería entonces haber revisado el cadáver para cerciorarse de las condiciones de los diferentes órganos. El cadáver hubiera debido ser puesto en condiciones y, necesariamente, hubieran saltado a la vista las cinco heridas de bala. Si el drama y el dolor nublaron la memoria de todos, es evidente que no nublaron la racionalidad para tomar un “pituto” como lo toman en las películas.
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