SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Mariana Carbajal
Andrea Majul y Silvina Maddaleno se casaron el 18 de octubre, tras 18 años de convivencia. Tres años atrás tuvieron trillizos. “Pero como Silvina llevó el embarazo, quedó anotada como madre soltera, y yo no figuro en ningún papel como la otra madre”, contó a Página/12 Majul. Para la gestación recurrieron a un banco de esperma. Majul podría optar por hacer una adopción simple de los chicos, pero además de lo ridículo que sería adoptar a sus propios hijos, dice, sería resignar un derecho y establecer restricciones para ellos respecto de, por ejemplo, no poder heredar a sus abuelos. Viven en el barrio porteño de Almagro y son una de las tantas familias de lesbianas que sufren las consecuencias del vacío legal que dejó la ley de matrimonio igualitario sobre la situación de los hijos “prematrimoniales” de parejas de mujeres. “No tengo autoridad para tomar una decisión en una emergencia médica o en una terapia intensiva. Para retirarlos del jardín necesito una autorización de Silvina como si yo fuera la abuela o la tía. Me piden disculpas, porque saben que soy la mamá, pero legalmente tienen que cumplir con esa exigencia. Yo estoy en relación de dependencia pero no puedo inscribirlos como hijos míos dentro de la obra social. Son situaciones que tienen que ver con la tranquilidad actual y hacia el futuro. Si llegáramos a divorciarnos, por ejemplo, yo no tendría la obligación de mantenerlos ni el derecho de visitarlos. Tampoco podrían heredarme”, detalló Majul.
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