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“Excelente alumna”
Lucila tenía 16 años, pero pronto iba a cumplir los 17 y se preparaba con todo para esa fecha. Mientras tanto, se ganaba unos pocos pesos vendiendo café en la puerta de un colegio cercano a la casa de su abuela, y con esa plata pagaba parte de la cuota de su propio colegio, el Instituto San Martín, ubicado en la esquina de Cabildo e Iberá, donde cursaba el quinto año de sus estudios secundarios con tan buen rendimiento que había logrado conseguirse una media beca para abaratar el costo de su enseñanza, aliviando la maltrecha economía familiar.
“Era una excelente alumna, sencilla y muy pero muy buena. Callada pero con excelentes notas”, relató aún conmocionado por los acontecimientos el director de ese colegio, Eduardo Pugliese, al referirse a Lucila, quien además pasaba sus horas aprendiendo teatro en el Centro de Gestión y Participación (CGP) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que funciona en el barrio.
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