Por H. C.

Los March, Vallejo y Cejas Grandes han provocado un revuelo. Todo indica que las autoridades están dispuestas a remover cielo y, especialmente, tierra, con tal de exorcizar espíritus en blanco. En la mira, además de los defuntólogos de estilográfica lábil, tienen a las funerarias. La Secretaría de Gobierno y Control Comunal ya inició procedimientos en las funerarias. Algunas ya están en camino de la suspensión, con infracciones probadas. Otras ya están en escena como la Casa Sierra, tras las derivaciones del caso de María Marta.
Según constataron en el Registro Civil, los certificados de defunción de Vallejo “están en un 80 por ciento vinculados con dos casas funerarias –reveló una fuente del Registro–. Una es la casa Tarulla y la otra Vidal Molina. Ambas ya habían sido denunciadas en ocasiones anteriores. El 80 por ciento, también, corresponde con muertes domiciliarias. Vallejo firma alrededor de un certificado de defunción por día. No es una cifra como la de March, que alcanzó a los 30, pero es llamativa después de la aparición de los certificados en blanco”.
En 2000, la misma Tarulla fue denunciada por anomalías en certificados de defunción firmados por “Cejas Grandes”. Según un informe de la Central de Defunciones al titular del Registro, Félix Pelliza, del 1º de abril pasado, tomando por ejemplo el mes de julio de 2002, todos los certificados de Vallejo fueron presentados por la misma cochería Tarulla.
Otro indicio más es que un mismo empleado que figura como gestor de Tarulla aparece en una denuncia firmando un trámite para la cochería Ciudad del Parque. Los funcionarios analizan si para el momento en que se realizó esa presentación, Tarulla se encontraba suspendida, con lo que se trataría del habitual negocio del prestanombres.
Según fuentes del Registro, una nueva sanción es inminente. “Estamos fijando reglas claras –sostuvo la secretaria de Gobierno porteño, Silvana Giudici– para evitar grietas por las que se filtre la corrupción.”