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Un viaje adelantado
A Beatriz la echaron la semana pasada del Ministerio de Desarrollo Social, donde ocupaba un cargo administrativo hacía dos años. Miguel, su esposo, es médico y está harto de que le paguen por hora o ni siquiera le paguen, a pesar de su formación y de que se actualiza permanentemente. El proyecto original era irse en setiembre a Barcelona, donde a él lo espera un trabajo seguro. Después de las últimas medidas económicas y el descalabro institucional, decidieron irse ya, en cuanto terminen de vender lo que tienen en su casa.
“Como no tengo un mango necesito la guita para poder bancarnos hasta que podamos enganchar algún trabajo hasta setiembre”, explica Miguel. Sus nombres, en realidad, son ficticios. Prefieren el anonimato. Beatriz tiene 39 años y Miguel 45. Se casaron en marzo de 2000. Miguel dejará en el país tres hijos de un matrimonio anterior.
Lo primero que vendieron fue la licuadora. Un compañero de trabajo de uno de los hermanos de Miguel le compró la videocasetera. “Un amigo me pidió que le guardara la televisión”, contó Miguel. Divulgaron la venta por e-mail y el boca a boca. La mayoría de los objetos los ofrecen a mitad de precio. “Tengo una biblioteca que la vendo porque necesito el dinero, pero me gustaría conservarla. Mi hermana me dijo que iba a ver si ella la podía comprar, así al menos queda en la familia”, agregó. Los libros y compac-disc serán parte del equipaje.
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