SOCIEDAD • SUBNOTA › BOUDOU Y ANIBAL FERNANDEZ CON 14 GRADOS BAJO CERO EN ESTOCOLMO
› Por Marta Dillon
Viajaron veinte horas y no pasaron veinticuatro en Estocolmo. El vicepresidente Amado Boudou y el senador Aníbal Fernández vinieron especialmente a recibir el premio de ILGA en representación de la presidenta Cristina Kirchner, que estuvo en el acto gracias a una teleconferencia. Apenas terminado ese diálogo y después de hablar brevemente con activistas argentinos en la conferencia –entre ellos Pedro Paradiso Sotile, de la CHA, y Diana Sacayán, dirigente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación– volaron a Buenos Aires, lejos del frío y cerca del siempre ardiente verano de Buenos Aires, pudimos hablar con ellos.
–¿En qué momento y por qué creen que se pudo poner en la agenda del oficialismo el matrimonio igualitario?
Aníbal Fernández: –Con Néstor Kirchner lo habíamos conversado cuando nos pusimos en contacto primero con gente de la CHA. Debe haber sido en 2004 o 2005. Después nos empezamos a reunir con otros grupos, con la Federación Argentina de Lesbianas, Gays y Trans. Nosotros no hicimos nada, sólo pedir estrategia, ir de a poco para no dar pasos en falso que te pueden hacer retroceder. Estamos convencidos de que hay derechos intrínsecos que uno sólo los tiene que reconocer. No es nuestra atribución dar, sino reconocer.
Amado Boudou: –Yo recuerdo que en 2008, estando en la Anses, un día le pregunté a la Presidenta qué pensaba de los gays. Y le conté el caso de una pareja que estaba litigando hacía años; si fueran heterosexuales recibirían la pensión, si son homosexuales no pueden reclamar nada. Y además, la cuestión moral, si los dos aportan, es una injusticia tremenda. Ella me preguntó: “¿Y nosotros qué podemos hacer?” “Mire, si usted banca, con una resolución mía alcanza.” Y ella me dio el visto bueno.
–¿Creen que en el contexto político actual saldría igual la ley de matrimonio?
A. B.: –Aquí y en buena parte del mundo lo que más sorprende es la ley de identidad de género, porque otorga derechos sin patologizar y asegurando la salud de las personas trans.
–¿Qué peso tuvieron las organizaciones trans en el texto que finalmente se legisló?
A. F.: –¡Mucho! Trabajamos los proyectos con las organizaciones; acá nunca nadie se enteró por el Boletín Oficial. Todos sabían de qué se trataba.
A. B.: –Sin su participación, estas leyes no hubieran salido. Son como la ley de medios. Leyes tan democráticas como democráticamente construidas.
A. F.: –Esta es la realidad de todos los días, discutámoslo, vemos cuál es la importancia y qué valor se le quiere dar a cada propuesta. Ahora, discutamos en libertad. Todos los caminos se cortan por la libertad.
–A la libertad y a la autonomía. Pensando en autonomía, ¿por qué no puede discutirse sobre el aborto?
A. F.: –Son dos cosas distintas, yo no mezclo eso ahora. Yo no quiero adelantar nada de lo que tiene que suceder en el marco de las cámaras por conjeturas. Puedo adelantar mi posición, si hablamos de aborto no punible, hay que votarlo. Ahora, nunca voy a levantar la mano por el aborto como método anticonceptivo.
A. B.: –Todos tenemos una posición que habrá que debatir, pero no mezclemos los temas. A mí me gustaría resaltar otra cosa que se estuvo rodeando de alguna manera en esta charla y tiene que ver con la implementación de las leyes. Porque muchas se quedan en la letra chica. Este gobierno tiene la voluntad de que lo que se votó, se cumpla.
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