Por A. G.-Y.

El médico rural es personaje y personalidad de la zona. En una amplia extensión, sobre el llamado Corredor del río Uruguay, su nombre es reconocido por cualquiera y por todos. Lo interesante de Zelich es que abarca el mundo entero a través de la entomología y la ornitología, y lo hace desde un pueblo de unas 600 personas, Pueblo Liebig, a 10 kilómetros de Colón. El lugar es un remanso que quedó de la explotación frigorífica neoimperial de los ingleses. Es un lugar semiabandonado (en Colón le dicen el “pueblo fantasma”) que debería ser protegido como patrimonio histórico industrial.
Desde países lejanos vienen científicos a ese pueblo olvidado para ver la colección de insectos del Dr. Zelich, y con todo el mundo tiene canje de los más variados escarabajos y mariposas. En la mesa de su comedor no sorprende encontrar correspondencia de Colombia, Egipto, China, además de Europa y Africa.
Lo fascinante también es que Zelich, médico rural de toda la vida, nació en el pueblo y, aparte de sus estudios en Rosario y los viajes a Corrientes y Formosa que describe en este diálogo, su trabajo y su vida han transcurrido en un radio de 50 kilómetros.
En este diálogo que pasa por la historia y la biografía, con una constante, el humor, hay un hombre que comenzó apasionado por la caza y ahora está dedicado a la conservación. En su casa y jardín hay gran cantidad de fósiles hallados por él, y una enorme colección de insectos. Con todo esto promete hacer un museo, dentro de su casa, con sus ahorros que quedaron reducidos por el “corralito”.
Ahora, también las autoridades nacionales, enteradas del prestigio del coleccionista, comienzan a interesarse en la idea de “un museo Zelich”.