Mié 30.07.2003

SOCIEDAD • SUBNOTA  › INGENIOSO RECURSO DEL SECUESTRADO EN LA BRIGADA

Dejando marcas como prueba

› Por Carlos Rodríguez

En la causa por secuestro extorsivo, las víctimas de la banda policial fueron dos. Se trata de dos hermanos de apellido Gómez, con antecedentes por robo y por ser buches de la misma policía que los victimizó. Uno de los hermanos, el que quedó de seña en la seccional mientras su pariente iba en busca del rescate que pedían los uniformados, dejó huellas debajo de un escritorio y en el calabozo que permitieron luego corroborar que había estado prisionero allí, aunque su ingreso nunca fue asentado en los libros. El Gómez que estuvo privado de su libertad tuvo la picardía de “engancharse” la campera en el saliente de un escritorio y de escribir su número de documento, con una birome azul, debajo del mueble y en uno de los calabozos. Ya en libertad, los dos hermanos hicieron la denuncia y las marcas, que no desaparecieron como las miguitas de Hansel y Gretel, fueron la ruina para el subcomisario José Hernández y sus subordinados.
Los Gómez habían robado una joyería y el dato les sirvió a los policías para extorsionarlos. Además de quedarse con las joyas mal habidas por partida doble, los uniformados exigieron como rescate 48 mil pesos en efectivo y un automóvil Chrysler Neón. Logrado el objetivo, los policías dejaron en libertad a los dos hermanos, que habían sido llevados a la misma sede de la Brigada Antisecuestros de Lomas de Zamora, en Meeks 362, donde tenía su despacho Hernández, en el primer piso.
La seccional fue allanada por el fiscal Ricardo Bruzzone, quien encontró todas las huellas que habían sido dejadas por uno de los hermanos. Por eso la causa se caratuló como “secuestro extorsivo, privación ilegal de la libertad y robo calificado”. Además del trozo de campera pegada bajo el escritorio, la Justicia encontró varias escrituras del hombre privado de su libertad. El número de DNI y la firma estaban en las paredes del calabozo. Era indudable que los Gómez no habían mentido y que la denuncia era inapelable.
Fuentes judiciales reconocieron que los Gómez tienen antecedentes varios, desde piratería del asfalto hasta narcotráfico, pasando por robos de todos los calibres. Las marcas de birome azul quedaron asentadas en la puerta de la celda y en las cuatro paredes del lugar de cautiverio. “Los datos coincidían con lo que habían anticipado cuando hicieron la denuncia en la fiscalía. Eso fue decisivo”, sostuvo una fuente judicial.
El secuestro se produjo en marzo del año pasado, pero los Gómez ya conocían de antes al comisario Hernández y sus hombres, dado que eran informantes de la policía. Al comienzo de la investigación, el juez de Garantías de Lomas de Zamora Tomás Bravo libró la orden de detención contra diez policías. Eran todos los que estuvieron presentes en la brigada el día en el que ocurrieron los hechos. Cuatro fueron dejados en libertad por falta de mérito, dos están presos y cuatro siguen prófugos.

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