SOCIEDAD
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El motor de la confianza
› Por Pedro Lipcovich
“Ni arandelas teníamos en la fábrica –recuerda Alberto Morero, uno de los 60 trabajadores que recuperaron Zanello en 2001–. Y cuando apareció el primer comprador, no teníamos ni un tractor para venderle: le pedimos a uno de los concesionarios un tractor prestado. Si la fábrica cerraba, ¿quién se lo iba a devolver? El confió en nosotros. Por eso nos salvamos, porque hubo gente que confió en nosotros. A los dos meses habíamos vendido 19 tractores pero no teníamos nada de plata. Hablamos con los compradores, les pedimos que nos pagaran anticipado y que esperaran para la entrega: ‘Confíen en nosotros; ustedes saben lo que nos pasó con los patrones...’. Confiaron.”
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