SOCIEDAD • SUBNOTA › EL OPERATIVO SE COMPLETó AYER, CON LOS úLTIMOS DOS CUERPOS RETIRADOS
Los cuerpos del piloto del avión que cayó el martes cerca de la costa uruguaya y de uno de los pasajeros fueron retirados recién ayer del interior de la máquina, por buzos tácticos de la Armada uruguaya, con el apoyo de una dotación de bomberos. En la parte final del operativo de rescate estuvo presente la jueza a cargo de la investigación, María Alexandra Facal. Los cuerpos fueron llevados a la Morgue Judicial de Carmelo, Uruguay, del mismo modo que ocurrió el martes con las otras tres víctimas fatales. En el operativo se buscaron pruebas que servirán para determinar las causas del trágico accidente (ver nota central).
El vocero del cuerpo de Bomberos del Uruguay, Leandro Palomeque, hizo saber que uno de los cadáveres retirados ayer era el del piloto Leandro Larriera, y el otro de uno de los pasajeros, aunque no se precisó el nombre a pesar de que todos los fallecidos ya han sido identificados. La tarea de los rescatistas duró unos cincuenta minutos; el primer cuerpo fue retirado a las 12.50 y el segundo a las 13.05. Los trabajos estaban previstos para las primeras horas de ayer, pero se demoraron hasta el mediodía porque la niebla dificultaba la visibilidad en la zona.
El vocero de la Armada uruguaya, Gastón Jaunsolo, detalló que la cabina del Beechcraft Super King Air B200 estaba “bastante aplastada por el impacto” y por esa razón “las maniobras consistieron en remover parte del interior del fuselaje que entorpecía el acceso libre hasta donde se encontraban los cuerpos”. Para lograr el objetivo, los rescatistas tuvieron que desarmar la cabina desde el interior del avión. La jueza Facal fue acompañada por la fiscal Alicia Ghione.
El vocero de la Justicia uruguaya, Raúl Oxandabarat, confirmó que para sacar los últimos dos cuerpos “hubo que retirar pieza por pieza” de la cabina. Precisó que el piloto se encontraba en su lugar, en el comando de la aeronave, y que la otra víctima estaba en el lugar que ocupa el copiloto, aunque se trataba de uno de los pasajeros, dado que el único tripulante era Larriera. “Estaban aprisionados entre los asientos y el instrumental”, dijo Oxandabarat.
Los trabajos se hicieron en una zona de islotes ubicada diez kilómetros al sur de Carmelo, en el sudoeste uruguayo, donde el Río de la Plata tiene escasa profundidad, lo que dificulta el ingreso de las embarcaciones en las que se movilizaron los rescatistas. En Buenos Aires, mientras tanto, el prefecto mayor Miguel Angel Reyes, jefe del operativo de rescate por parte de la Argentina, destacó el “trabajo coordinado” realizado el martes con la Fuerza Aérea y la Armada uruguayas.
Precisó que el lugar del accidente “es una zona de bajos” a la que no se puede acceder con embarcaciones. “No obstante, al operativo fueron destacados, además de un helicóptero, dos guardacostas de mediano porte y tres botes semirrígidos de alta velocidad que no pudieron llegar al lugar”. Jorge Blanco, el piloto del helicóptero que realizó el rescate de dos de los cuatro heridos, explicó que en la zona había niebla y eso dificultó el hallazgo del avión.
“Había mucha niebla y eso nos obligó a hacer una búsqueda más lenta”, dijo Blanco, quien hace pocos meses había realizado otro operativo de rescate en la zona con un avión caído en una isla. “El criterio de rescate es la salvaguarda de la vida, por eso al primer accidentado que encontramos lo subimos al helicóptero; al segundo lo subimos, pero no lo pudimos sacar de la canasta porque estaba muy malherido.” Blanco estaba con el copiloto Ramón Ríos Hernández y el mecánico Martín Bonfigli.
Ante la dificultad señalada, la comitiva argentina volvió a San Fernando, pero “ya sabíamos que estaba llegando un helicóptero de la Fuerza Aérea uruguaya para completar los rescates” de los otros dos sobrevivientes. Reyes puso de relieve el intercambio de información con la Dirección de Tráfico Marítimo de Uruguay y recordó que el Tratado del Río de la Plata “establece las bases de cómo se debe trabajar ante este tipo de acontecimientos”.
Otro de los rescatistas, Sebastián Lemos, ratificó que “la prioridad nuestra era sacar los asientos, parte del fuselaje y maderas que había en el lugar para poder rescatar a las víctimas”. Su compañero Cristian Montiel, que también bajó al río, señaló que el trabajo apuntó primero a liberar a las personas que estaban más cerca de la puerta de la aeronave, sacarlas y colocarlas en la canasta para su traslado.
Uno de los sobrevivientes, Sebastián Vivona (43), gerente de ventas de la empresa de vestimenta Kosiuko, inicialmente hospitalizado en Colonia, fue trasladado ayer a Buenos Aires, donde quedó internado en el Hospital Británico. Tiene fracturas de tibia y peroné derechos, de muñeca izquierda y de seis arcos costales, con contusión pulmonar secundaria. Paula Buery, de 39 años, de TTS Viajes, estuvo en Colonia y ayer fue llevada a Buenos Aires, a una clínica privada. Eduardo Buery, padre de la empresaria accidentada, dijo que su hija sufrió “fracturas múltiples” y calificó lo sucedido de “aventura tétrica para una familia”. El martes por la noche tuvo “la suerte de poder hablar con ella y la encontré bien; me dijeron que neurológicamente no tiene nada” que signifique una preocupación (ver aparte).
Los otros dos sobrevivientes, Ignacio Llosa (34) y Santiago Villamil (37), sufrieron politraumatismos leves y se “encuentran fuera de peligro”, luego de ser asistidos en el Hospital de San Fernando. A Villamil lo trasladaron a la sala de terapia intensiva de una clínica privada del norte del conurbano bonaerense, donde “se repone favorablemente”.
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