SOCIEDAD • SUBNOTA › SUPLEMENTOS, VITAMINAS Y PUBLICIDADES ENGAñOSAS
› Por Pedro Lipcovich
“La gente toma, como si fuera agua, suplementos de venta libre con antioxidantes cuyas dosis llegan a ser tóxicas”, advirtió una especialista. “La vitamina C puede agravar el tabaquismo”, advirtió otro especialista. Y un antropólogo alimentario explicó cómo y por qué, en las últimas décadas, la población se tornó crédula respecto de las publicidades engañosas financiadas por la industria.
“Si un fumador toma vitamina C, la nicotina se eliminará más rápido del organismo, pero eso lo hará fumar más: en tanto fumador, necesita un cierto nivel de nicotina y, si le baja, fumará para recuperarlo. O sea que la vitamina C puede inducir tabaquismo. Estas sustancias no son inocuas”, ejemplificó Julio Montero, ex vicepresidente de la International Association for the Study of Obesity. “En estado natural, por ejemplo en una naranja, los que llamamos antioxidantes son en realidad una mezcla de antioxidantes y prooxidantes: esto permite un equilibrio –explicó Montero–. Al ser ingeridos, se comportarán de una forma u otra, dependiendo del organismo que los utilice. Muy distinto es cuando los antioxidantes se usan aislados y en presentación farmacológica. Ya hace años se hizo un estudio con personas fumadoras a las que se administraba betacaroteno, precursor de la vitamina A, bajo la hipótesis de que los beneficiaría, pero en el grupo se presentó un aumento del 18 por ciento en la frecuencia de cáncer pulmonar: hubo que parar el estudio porque no era ético continuarlo.”
María Luz Pita Martín de Portela, profesora titular consulta de Nutrición en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, advirtió que “la gente toma como el agua suplementos de venta libre cuyas dosis muchas veces superan los límites superiores de ingesta de antioxidantes. Estos, en cantidades elevadas, tienen efectos perjudiciales y es necesario alertar a la población en cuanto a que el consumo indiscriminado es peligroso. Una alimentación equilibrada cubre perfectamente las necesidades de antioxidantes, sin riesgo de sobredosis”.
“Los suplementos alimentarios responden a un negocio consistente en disfrazar la publicidad como discurso científico –advirtió Diego Díaz Córdova, antropólogo alimentario, docente en la UBA–. Aproximadamente hasta la Segunda Guerra Mundial, los saberes vinculados con la comida se transmitían en el marco de la unidad doméstica, la familia. La guerra dio lugar a desarrollos como los programas alimentarios en la Inglaterra cercada por los alemanes o durante el sitio de Stalingrado. El conocimiento científico pasó a ser depositario de los saberes sobre la comida, pero uno no puede consultar cada día a un nutricionista y queda así un espacio vacío, aprovechado por la industria, que hoy es la que manda en la comida. Entonces, por ejemplo, se promocionan yogures digestivos diseñados para personas en situaciones de internación, que por estar en hospital y por la dieta necesitaban un suplemento para su función intestinal: hoy se venden masivamente a gente que no los necesita. En cuanto a los antioxidantes, hay efectos placebo, como el de la persona que se siente con más energía cuando toma vitaminas, lo cual no tiene ningún correlato fisiológico. Esto pone el consumo de suplementos dietarios en el borde de las conductas adictivas.”
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