Gustavo Andrés Deutsch estuvo al frente de varias compañías de diferentes rubros. Sin embargo, su figura cobró notoriedad pública al frente de la aerolínea Líneas Aéreas Privadas Argentinas (LAPA), cuando el 31 de agosto de 1999 uno de sus aviones se estrelló en el Aeroparque Jorge Newbery y dejó 65 muertos y 34 heridos.

Deutsch nació en Praga en 1936 y a los 10 años viajó a la Argentina con sus padres, con quienes más tarde comenzaría su trayectoria empresarial al fundar la cadena de tiendas Tía. Luego, se convirtió en el presidente de la empresa Industria Textil Argentina (INTA) y llegó a ser accionista de otras compañías como Rapsodia y América TV, y en Colombia, Ecuador y Uruguay.

Su carrera quedó marcada cuando el 31 de agosto de 1999, a las 20.54, el vuelo 3142 de LAPA con destino a Córdoba se estrelló en el aeroparque porteño en unas de las mayores tragedias de la aviación argentina.

El empresario quedó procesado por aquel episodio y la Justicia lo sobreseyó en 2010, aunque no hizo lo propio con otros directivos de LAPA de menor rango, a los que sentenció con penas de tres años de prisión en suspenso. La tragedia fue atribuida a una falla del piloto que no configuró correctamente los perfiles del avión, no pudo despegar y se estrelló contra un terraplén. Aquel día perdieron la vida 65 personas y otras 34 resultaron heridas.

Deutsch había adquirido LAPA en 1984, en parte de pago por la venta de un campo de la familia, pero en aquel entonces la firma contaba con sólo dos aeronaves que cumplían la ruta a Colonia, Uruguay.

La firma creció por su política de bajas tarifas y, en poco más de una década, llegó a representar el 30 por ciento del mercado de la aviación comercial en Argentina y a convertirse en la principal línea completamente privada que ofrecía servicios en la región. La tragedia en Aeroparque marcó el final de la compañía, que presentó su quiebra en 2003.

“Soy el Saint-Exupéry argentino”, llegó a afirmar en la época de esplendor de LAPA para justificar su voluntad de manejar sin intermediarios la línea comercial, por la que contestaba personalmente los llamados telefónicos y firmaba los cheques por los sueldos de sus 1200 empleados.

A casi un mes de cumplir sus 79 años, Deutsch era propietario de una flota de taxis aéreos, Tango Jet, y solía utilizar sus aeronaves para trasladarse los fines de semana con su esposa y cuatro hijos al campo que tenía en Junín.