SOCIEDAD • SUBNOTA › LOS PROYECTOS CONJUNTOS DE UN ARTISTA Y UN NEUROBIóLOGO
› Por Soledad Vallejos
“Es como un pelotero para grandes”, reconocía entre risas el artista Mariano Sardón mientras dos grandes pantallas reconstruían retratos de a fragmentos y, en una sala vidriada, una pareja respondía cuestionarios sobre su relación y sus expectativas pero dándose la espalda. En el pabellón de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, el espacio estaba copado por los proyectos que Sardón y el neurobiólogo Mariano Sigman pergeñan en conjunto para demostrar que arte, neurociencia y tecnología pueden no sólo mostrar otras perspectivas sino, también, generar otras preguntas.
Lo había explicado Sardón temprano en la mañana, durante su charla de TEDx: los ojos seleccionan aquello que mira, nunca miran el todo sino algunos detalles en particular; es el cerebro el que, luego, reconstruye a partir de esos datos. ¿Cómo lo podía demostrar? Con Morfologías de la mirada, la exhibición que invita a los espectadores a, primero, sentarse ante un dispositivo que registra qué ve el ojo (un eye tracker); luego, a mirar un retrato del modo que quieran; una vez que 200 personas hicieron eso con un rostro, esa imagen se convierte en puzzle y un programa de computadora lo reconstruye según los registros de lo que esos 200 pares de ojos miraron. El resultado evidencia los modos casi caprichosos de la percepción: un rato largo ante la gran pantalla sobre la que se proyectaban las reconstrucciones permitía deducir que todos los ojos buscan los ojos, aunque podrían prescindir de los detalles del pelo, que también buscan la nariz, la boca; lo demás se reconstruye de todos modos aunque el ojo no haya reparado en ello; el cerebro, todopoderoso, construye. “Con Mariano Sigman queríamos estudiar, él como científico, yo como artista, cuántas cosas en el mundo afirmamos sin darnos cuenta de la parcialidad total con la que sostenemos esas afirmaciones”, explicó Sardón, poniendo el dedo en la llaga de las seguridades.
En un cuartito vidriado, una chica y un chico de veintitantos escribían sentados espalda con espalda. Estaban respondiendo un cuestionario que abordaba temas riesgosos: ¿cuánto cree que lo quiere la otra persona, en una escala del 1 al 10?, ¿cuánto tiempo cree que va a durar esa relación? (“una respuesta posible es ‘hasta terminar de responder este cuestionario’”, dijo Sardón entre risas). Al finalizar, la pareja elige si llevar una copia de las respuestas o eliminarlas; la otra copia queda en poder del dúo Sardón-Sigman. También pueden dejar un correo electrónico de contacto, para tener un feedback después. ¿Qué van a hacer el artista y el científico con las respuestas? Bucear en los supuestos, las expectativas, las diferencias, las semejanzas. “Vamos a buscar cuestiones vinculadas con la creencia de quién es el otro, cuáles son los puntos de desfasajes y fantasía.”
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