SOCIEDAD • SUBNOTA
Las aperturas del Encuentro Nacional de Mujeres suelen ser alborotadas, como en todo evento multitudinario, horizontal, autónomo y abierto. Esta vez tuvo una especie de doble cierre porque, espontáneamente, Rocío Girat subió al escenario para decir unas palabras. Girat es una chica de veinte años que hizo público hace unas semanas que su padre, el suboficial naval Marcelo Alberto Girat, la violó sistemáticamente desde los 13 a los 17 años, tanto en su casa como en la Base Naval de Mar del Plata. Con una fuerte emoción, al borde de las lágrimas, llamó a las mujeres a “ser libres”. “Basta de ser violentadas. Salgamos a las calles, es la única solución para hacer justicia, para que los violadores asesinos estén presos en una cárcel común. Basta de que ellos estén libres y nosotras perseguidas.” Girat propuso superar las diferencias partidarias y políticas: “Alcen sus banderas pero unámonos todas en esta lucha. Es la única manera”. Tan rápido como irrumpió en el escenario, lo dejó, secándose las lágrimas. Y como para reforzar lo que muchas saben, que no sólo las tristezas, sino también las alegrías tienen lugar en estos encuentros, el cierre finalmente fue una fiesta con música y baile del carnavalito.
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