SOCIEDAD • SUBNOTA › ENTREVISTA A PICHARDO GALAN, DIRECTOR DE LA ENCUESTA ESCOLAR
Empezó investigando la homofobia en el sistema educativo en 2004. Descubrió que la discriminación se da en espacios donde existe el riesgo de ser excluido. El gobierno conservador de Mariano Rajoy dio marcha atrás en los avances.
› Por Sonia Santoro
Hace unos trece años que el antropólogo José Ignacio Pichardo Galán investiga identidad de género, orientación sexual y educación. Antes incluso que se aprobara el matrimonio igualitario en España. Antes aún de que la ley de identidad de género les devolviera el nombre deseado a muchas personas trans en su país. Desde entonces sabe de la necesidad de trabajar en la escuela, el espacio donde mayor tiempo pasan los chicos y chicas en una edad crucial para definirse y ser incluidos o excluidos. Valora los avances legales conseguidos en Argentina y España para dar visibilidad y derechos a las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales (GLBT), pero aboga por el gran cambio cultural que hay que lograr para que la discriminación no sea parte de la currícula no escrita de las escuelas.
Pichardo Galán es profesor del Departamento de Antropología Social de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense de Madrid. De visita en Buenos Aires para dictar el seminario de doctorado Género, masculinidades, diversidad familiar y sexual, en Filosofía y Letras de la UBA, Pichardo Galán habló con Página/12 sobre diversidades sexuales, desigualdades y discriminación en las escuelas.
–Cuando empezó a investigar la diversidad sexual en las escuelas no había mucho pensado sobre esto...
–Prácticamente nada. Empezamos porque por un lado a los colectivos de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales llegaban casos de chicas, incluso con las familias, que estaban sufriendo acoso escolar y el Estado no quería investigar esto. Había como una invisibilización: “Esto no pasa”; “en este colegio no hay gays, no hay lesbianas”. En 2004 estaba en la Universidad Autónoma de Madrid y nos llamó el colectivo de GLBT de Madrid y nos dijo que querían hacer una investigación para saber qué estaba pasando con la homofobia en los centros escolares. Ahí hicimos la primera investigación, que se llamó Homofobia en el sistema educativo, que tuvo bastante relevancia social, en los medios, porque se mostraba en primer lugar que sí hay chicos y chicas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales en los centros educativos y, en segundo lugar, que sí había homofobia en los centros educativos. A partir de ahí empezamos una línea de trabajo con este grupo de investigación. Hicimos otra investigación y vimos que todos los espacios donde estaban eran espacios con riesgo de exclusión: podía ocurrir en la escuela, en las amistades, en la calle, incluso en la familia.
–¿Por qué investigar la homofobia en las escuelas?
–La adolescencia y la escuela son un tiempo y un espacio donde la homofobia y la transfobia se hacen más presentes que en otros espacios sociales donde se mueven los chicos y las chicas. Es el lugar donde pasan la mayor parte del tiempo, entonces tiene importancia trabajar ahí. Pero incluso había una percepción de que un chico o chica LGBT lo pasa peor en la escuela que en cualquier otro espacio, que en la calle, que en la familia. Y algo muy importante que sale de este estudio y otros anteriores es que la mayoría de los jóvenes no muestran actitudes abiertamente homofóbicas, es decir, es una minoría, un 20 por ciento aproximadamente. La cuestión es que esa minoría está imponiendo su ley en los centros escolares. Son ellos los que acosan, son ellos los que excluyen, y la gran mayoría no apoya pero mira para el otro lado y no frena esas cuestiones.
–¿Hoy cómo están a nivel normativo en España?
–En 2005 fue el tercer país del mundo donde se aprobó el matrimonio igualitario. Excepto Bélgica y Holanda, en ningún otro país del mundo había. Y esto ha supuesto un cambio muy importante, ya hace casi diez años que se aprobó, y cuando vas a un centro de secundaria, por ejemplo, todos los chicos y chicas han vivido toda su vida sabiendo que dos hombres y dos mujeres pueden casarse. Eso ha tenido un impacto. Eso está ahí, en la sociedad. Que un vecino, una prima (homosexuales) se casen y los chicos y las chicas lo vean ha generado un reconocimiento y una visibilización de este tipo de relaciones.
–¿También se refleja en este trabajo?
–Sí. Preguntábamos a los chicos y chicas sobre su deseo, su atracción sexual, y al final sale que los chicos y las chicas homosexuales o bisexuales se proyectan en el futuro con pareja, teniendo hijos, casados, en la misma proporción que los chicos y chicas heterosexuales. Entonces, ahí hay un cambio social muy importante, porque hace 15 o 20 años se identificaba a la homosexualidad con “vas a morirte sola, sin amigos, sin familia” y hoy en día no.
–Y además tienen la ley de identidad de género...
–El proceso fue parecido al de acá. En 2007 se aprobó la ley de identidad de género, que también permite el cambio legal de sexo sin que haya una intervención quirúrgica. Pero a diferencia de la de acá es necesario un informe psiquiátrico que señale una disforia de género, o sea, hay una patologización, cosa que no ocurre con la ley argentina. En ese sentido la ley argentina es más avanzada.
–¿Y a nivel educativo hubo cambios?
–La anterior ley de educación planteó un curso que era educación para la ciudadanía y los derechos humanos, que fue muy resistido por los grupos conservadores por tres temas que molestaban: uno, el tema de género; otro, el de la diversidad familiar que incluía las familias homoparentales; y el otro, la lucha contra la homofobia. Los grupos conservadores decían que era una injerencia del Estado en la educación, que le correspondía a los padres, etc. Y el gobierno conservador de Mariano Rajoy se comprometió a que si llegaban al poder quitarían esa asignatura, que fue una de las primeras medidas tomadas. Ahora tenemos otra ley (Ley orgánica para mejora de la calidad educativa) que efectivamente no reconoce estas cuestiones. Sí reconoce que no se puede permitir ningún tipo de acoso o violencia contra ningún estudiante por ningún motivo, entonces la gente que quiere trabajar estas cuestiones se agarra de eso para trabajarlo.
–¿La crisis cómo afectó?
–Hubo un recorte de todos los fondos públicos para cuestiones que habían sido centrales en la democracia española, como había sido el tema de sanidad y el tema de la educación pública: recorte de profesorado, recorte de fondos, etcétera. Esto ha generado un ambiente... los profesores y profesoras están saturados porque les han aumentado los grupos, les han aumentado el número de horas... es muy difícil abordar estas cuestiones. Y otra cuestión es que la formación del profesorado en activo se ha recortado y lo poco que se ha dejado tiene un carácter totalmente ideológico. Sólo se forma al profesorado en cuestiones de TICS, informática y demás, y en inglés. Todas las cuestiones de convivencia en la escuela, cómo abordar el acoso, diversidades en general, de todo eso no hay nada. Realmente con la excusa de lo económico se ha hecho un recorte ideológico. Además ha habido un refuerzo de todo lo que es la educación religiosa, que en España se da en todas las escuelas públicas y privadas. Y antes de esa ley estas asignaturas no eran computables en la calificación de los estudiantes y ahora sí. Con lo cual se le está dando un peso a la educación religiosa... y el gobierno dijo que es su acción política.
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