SOCIEDAD • SUBNOTA › VANESA, LA HERMANA DE LUCIANO ARRUGA
› Por Soledad Vallejos
“Estuvimos cinco años y ocho meses pidiendo que se busque a Luciano”, dijo Vanesa Orieta, su hermana, que a lo largo de la conferencia de prensa, aun con dificultad en algunos momentos, habló con firmeza, con evidente dolor pero sin quebrarse, y sólo se permitió llorar cuando todo había terminado, en el abrazo inmenso de Miriam Medina, la madre de Sebastián Bordón.
Vanesa mencionó esos cinco años y ocho meses para poner en contexto que sólo gracias el hábeas corpus pedido y concedido hace seis meses fue posible dar con su hermano. Con eso, repasó, lograron “dar con el cuerpo de un pibe enterrado como NN. Eso nos tiene que replantear un conjunto de cosas como sociedad: el poco valor que se da a la vida de los jóvenes”. En 2009, cinco días después de empezar a buscar a Luciano, ella y su madre presentaron un hábeas corpus pensado, redactado por ellas; el juez de Garantías de La Matanza Gustavo Banco lo rechazó.
“Esto se podía haber resuelto muchísimo antes, eso quiero que entiendan. Nosotros estuvimos cinco años y ocho meses golpeando todas las puertas, organizándonos, para que la sociedad tome conciencia, para que en su conjunto ponga a disposición todas las herramientas con las que cuenta para poder encontrar a Luciano, y lo logramos. Pero esto no termina acá, esto recién empieza, porque nosotros necesitamos saber la verdad. Encontramos a Luciano, ahora necesitamos aclarar todo este panorama”, dijo.
Cuando Verbitsky desplegaba la información del expediente por el accidente de tránsito, cuando repasaba el derrotero de las causas, Vanesa asentía levemente. Habló por propia voluntad, aun cuando poco antes el presidente del CELS había advertido que la familia prefería no responder preguntas. Vanesa quiso dar testimonio y explicar, repetir una vez más, también, que ellas habían buscado a Luciano y el Estado no respondió. “Nosotros vamos a seguir. Esto tiene que ver con un cambio de mirada. Los pobres tenemos derechos”. En la otra punta de la mesa, su madre sollozaba suavecito; poco después, se descompensó y fue retirada; Vanesa permaneció allí.
“Acá lo importante es denunciar que existió por parte de policías bonaerenses el ofrecimiento para que Luciano saliera a robar, que ante su negativa empezaron con las detenciones sistemáticas”, dijo. Desde que el adolescente desa-pareció, “faltaron respuestas de todas las instituciones del Estado. Todos son responsables. Ahora podemos encontrar respuestas, pero eso no borra cinco años y ocho meses. Cuando necesitamos, no existió acompañamiento, hubo violencia institucional”. En el mismo hospital donde Luciano murió, recordó, ella y su madre lo buscaron más de una vez, siempre con respuestas negativas. “Recorrimos hospitales, comisarías, más de una vez, entre ellos el Santojanni, fueron días sin dormir. ¿Si fuimos? ¡Sí, fuimos! Lo hicimos muchas veces, por eso es un desastre esta desidia total, esta falta de respeto a la vida, a los pobres. Quien se desmayó es la mamá de Luciano, yo soy la hermana. Mi vieja tenía la esperanza de encontrar a su hijo con vida. Yo no esperaba eso.”
Vanesa agregó que el hallazgo del cuerpo de su hermano es sólo un nuevo principio. “Ahora necesitamos saber qué pasó con Luciano esa noche. Esto no cierra hoy.”
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