SOCIEDAD • SUBNOTA › LA MUJER QUE PRESENTO LA DEMANDA
› Por Pedro Lipcovich
“Yo simplemente tenía mi hijo que estuvo en Cromañón, eso me causó una conmoción que no me dejaba dormir, me produjo pánico –contó a este diario María Beatriz Carbonne–. La doctora María Pía Ibáñez, del Hospital IRAP, me atendió como un año. No hubo mucho diálogo. Como a los seis meses mejoré pero me siguió dando la medicación. Ya pensaba que me iba a dar el alta pero me dice: ‘Mirá, te voy a mandar al Hospital Alemán, te van a dar una inyección que te va a hacer rebién. Te va a atender un médico que es amigo mío, es una eminencia’.”
“Cuando me presenté en el Hospital Alemán me atendió el doctor Salinas. Hubo pocas charlas. Me dejó en manos del doctor Ottolenghi, que me aplicaba las inyecciones. Al año y medio yo había aumentado 20 kilos, eso me perjudicaba la columna y le dije al doctor Ottolenghi que no quería continuar. ‘Pero cómo va a dejar, si le falta poco tiempo.’ En esa conversación llega el doctor Salinas, y se expresaron como si yo hubiera sido culpable por aumentar de peso. Y me dice: ‘Le voy a dar un régimen, va a andar bien’. Después de dos años de tratamiento salí del hospital, no tuve una charla con ellos, no me dijeron ‘Usted está mejor o peor, tiene esto o lo otro’. Fui al Hospital de Clínicas y allí la doctora me pidió unos análisis que salieron muy mal, salía que tengo diabetes y ella me dijo: ‘Sí, la diabetes la tiene por las inyecciones que le pusieron’.”
“Ahora me estoy atendiendo en un hospitalito muy humilde, acá en Malvinas Argentinas. Acá me atiende un doctor que es una maravilla de ser humano. Los otros no hicieron nada por mí, lo único que querían era que yo continuara el experimento.”
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