El estupor que provocan las grabaciones obtenidas de la caja negra del avión caído en los Alpes lleva de forma inevitable a remitir algunas aristas del trágico accidente con el primer episodio de Relatos salvajes, el taquillero y multipremiado film de Damián Szifron que estuvo a las puertas de lograr una estatuilla a mejor película extranjera en los últimos premios Oscar.

En el primer relato de la película, la escena transcurre en el interior de un avión en pleno vuelo. En una instancia muy común en los viajes, dos pasajeros que no se conocen, sentados uno al lado del otro, inician una amable conversación: él, seductor y probablemente con fines “de levante”; ella, halagada por su interlocutor, algo mayor por cierto. El personaje de Darío Grandinetti se presenta como crítico de música clásica y su compañera de viaje afirma haber cortado hace poco una relación con un novio músico de apellido Pasternak. Ambos se sorprenden porque de un modo u otro los dos han tenido trato con dicho personaje. Pero la “inocente coincidencia” comienza a circular como un reguero entre los pasajeros de a bordo, quienes también afirman haber conocido al tal Pasternak, pero sobre todo haberlo maltratado alguna vez. La alarma se enciende definitivamente cuando la nave inicia un brusco descenso en dirección a la casa de los padres de Pasternak, que disfrutan de una tarde al aire libre...