SOCIEDAD • SUBNOTA › TESTIMONIOS PATAGONICOS
Silvia Insfran maneja con su familia la rotisería Rico y Sabroso, ubicada en el centro de San Martín de los Andes. “El jueves decidimos que no podíamos abrir. Fue un día apocalíptico. Yo me levanté a las siete, miré por la ventana y era de noche, miré a las ocho y lo mismo. Recién apareció la luz del día a las doce”, contó.
Fue una jornada para quedarse en las casas. “No había un alma en la calle. En casa tenemos una perra, le tuvimos que abrir la puerta como diez veces en el día. Cada vez que entraba era un trabajo: teníamos que limpiarla con una toalla húmeda, limpiarle las patas. Limpiar fue lo que hicimos todo el día”, explicó Silvia. Y agregó que como “los chicos estuvieron sin clases, tuvieron que ver qué hacer para divertirse encerrados en la casa: pintar y dibujar”.
“Hay mucha ceniza en suspensión, es muy poco lo que se ve de lejos porque hay una neblina. Nosotros todavía no abrimos, porque el agua sale muy turbia y no podemos cocinar así”, explicó.
Además, la situación “para el cuerpo es bastante mala. Se sienten el gusto, el olor y no hay que respirar la ceniza. Para prevenir, nosotros compramos barbijos y eran los últimos de la farmacia”.
“Hoy fue un día soleado, volvió a haber luz de día, así que la gente se arremangó, salió de sus casas y se puso a limpiar. Limpiamos primero los locales, la galería y después nos pusimos a despejar la calle barriendo los restos de ceniza entre todos. Cada tanto pasaba algún turista a preguntarnos si éramos de la Municipalidad”, contó divertida.
Además, muchos turistas preguntaban “dónde comer barato porque la mayoría tuvo que comprar pasajes terrestres que no estaban en sus cálculos y se quedaron más complicados de dinero”.
“Esperamos que el volcán nos deje en paz pronto y no afecte el turismo”, reflexionó Silvia. “Las oficinas de turismo se convirtieron en lugares de información, porque se hizo imposible hacer excursiones a algún lado. Pero esta vez no nos lo tomamos con tanta angustia. Estamos mejor preparados. Yo creo que fue peor la otra vez que ésta, todavía cuando estoy arreglando el jardín me encuentro al remover la tierra que hay cenizas del Puyehue, no sé si esta vez sea así y si la tierra lo va a poder absorber”, concluyó.
San Martín fue la ciudad más afectada por las cenizas porque en Bariloche “la pluma del volcán tocó sólo en una parte”, explicó a Página/12 Leonardo Marcasciano, poblador de Bariloche y dueño del Centro del Copiado. “Lo primero fue el susto, porque nos acordamos de la última vez. A la noche del miércoles algunos se pusieron a hacer colas en las estaciones de servicio y los supermercados, pero la locura duró menos.”
Para los habitantes de Bariloche fue “bastante complicado lidiar con la ceniza en casa porque no es arena como la otra vez, sino que parece un talco. Por eso tuvimos que estar mojando las entradas y las ventanas constantemente. También decalzarnos al entrar a la casa. Por suerte confirmaron que la ceniza no es tóxica, porque nosotros tomamos agua del lago”.
“Esta vez, todo se manejó con mucha información, organización y más calma. No tuvimos tantos problemas con los servicios y el Comité de Emergencia trabajó muy rápido con Nación y provincia”, terminó Leonardo.
Informe: María Fernanda Rezzano.
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