SOCIEDAD
• SUBNOTA › LOS PLANES PARA FOMENTAR UN NUEVO TURISMO
Hay que pasar el invierno
Por C. R.
“Nuestra única industria es el turismo, de ella vivimos. Cuando llegan a partir de diciembre nos sentimos invadidos, aunque nos ponemos contentos por la economía, pero la realidad es que la primera semana de convivencia con los turistas es lo peor.” La frase es repetida por todos, desde el intendente hasta los dueños de los principales comercios de Pinamar. El impacto de la llegada de 180 mil personas, tanto en enero como en febrero, convierte al paraíso que encontró Bunge en un pequeño infierno. Pinamar SA está dispuesta a seguir construyendo viviendas, hoteles, rutas, incluso el proyecto de una autovía de doble mano que una Dolores con Pinamar, pero desde la intendencia quieren que “toda esa inversión privada no esté ociosa durante todo el año”, como ocurre ahora.
Quieren fomentar el turismo en invierno, aunque más no fuera los fines de semana, pero tienen que convencer a los propietarios de casas que sólo tienen vida en verano y que luego apenas son ventiladas por el casero.
Buscan fomentar la realización de convenciones para ponerles gente a los 130 hoteles que se mueren de frío en invierno. Todos quieren una “ciudad más viva”, distinta a la que recuerdan todos en su niñez: que se abría el 1º de diciembre y se cerraba el 30 de marzo. Quieren abrirla en invierno, pero tratan de ver cómo manejar el malón que llega cada verano y los que se están asentado definitivamente en el partido. Entre los estables, la mayoría son trabajadores semiocupados a los que necesariamente hay que garantizarles fuentes de trabajo.
Pero no sólo los menos pudientes tienen quejas por hacer. Marisa Romano, dueña del parador top Sport Beach desde el año 1995, también protesta por lo que entiende es un crecimiento desordenado. “Vivimos del turismo, pero faltan leyes para fomentarlos. Antes la gente llegaba el 1º de diciembre y se iba el 31 de marzo. Ahora es imposible comenzar la temporada el primer día de diciembre, porque si las empresas no aportan dinero, los paradores siguen cerrados y las negociaciones se cierran cerca de fin de año, de manera que el verano se acorta junto con las ganancias.” Marisa, que veranea en Pinamar “desde siempre”, tampoco está conforme con el estilo de hoy. “Antes había más noche en general, no sólo para los más jóvenes. Había más opciones, lugares al estilo de Mau-Mau, en Buenos Aires, que ahora ya no están. Ahora todo pasa por las megadiscos, cuando antes había lugares donde la gente de 30, 40 o más podía ir a charlar, a tomar un trago, a escuchar música y a bailar hasta el amanecer. Era otra cosa. Nos estamos olvidando de los que fundaron e hicieron grande a estas playas. Es una ciudad que crece, pero nosotros, en los paradores más lejanos, no tenemos luz eléctrica, no hay calles, tenemos que usar equipos electrógenos.” Y Marisa Romano tampoco coincide con el intendente Altieri respecto del momento en que empezaron los grandes cambios: “En los últimos diez o doce años (alude al menemismo) la playa tomó un perfil muy político y eso no fue positivo en muchos aspectos”.
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