SOCIEDAD
• SUBNOTA › EL MEXICANO CARLOS MONSIVAIS LLEGO, LEYO Y SE FUE
La fugacidad de las palabras
› Por Karina Micheletto
Portando los gruesos anteojos que lo acompañan en la solapa de todos sus libros, una campera de cuero algo raída y una sonrisa entre cansada, resignada y sincera, Carlos Monsiváis pasó por la Feria del Libro en el día de México como un espíritu raudo. Había llegado el mismo día tras un largo viaje, el agotamiento se le notaba y lo que se había anunciado como un diálogo abierto con el autor fue la lectura de un capítulo de Apocalipsik, el libro que por estos días está escribiendo “a marchas forzadas”, según definió. Monsiváis explicó que Apocalipsik es “una fórmula verbal para acercarnos a ciertas performances de moda en la Ciudad de México y sus alrededores”. Alrededores que, sin duda, se extienden hasta estos pagos. Durante cuarenta minutos, el autor de Días de guardar, A ustedes les consta y Aires de familia describió diferentes performances, puestas en escena que parten de observaciones cotidianas, experiencias personales que el mexicano sabe modelar con su particular estilo, entre mordaz y tragicómico.
Entre las performances que ejemplificó, leídas con un mexicanísimo acento que potenciaba el relato, Monsiváis pasó por un cantante de tren que exige una moneda a cambio de no largarse a cantar; una sesión de los nuevos cultos ligados a la TV (un asalto espiritual, en sus palabras) y la literatura asociada a estas formas contemporáneas de religiosidad (“espero que no se note mi envidia, este señor ha vendido tres millones y medio de ejemplares”, aludió con media sonrisa sin llegar a dar el nombre del autor best-seller); un ladrón de taxi que transforma a su víctima en victimario; un policía que se crucifica como forma de protesta contra la corrupción policial, ante un par de fotógrafos y un periodista que toma dudosas notas, encargados de transmitir el mensaje a la sociedad. Y también los programas que presentan su equivalente de Moria Casán o Lía Salgado en México: “Los talk shows han sido por años un método para incorporar a muy bajo costo la vida cotidiana en la televisión. Todo es sencillo y directo, se plantea un tema osado, o más bien excéntrico, en relación con las virtudes de la pareja ideal, y se invita a seis, siete u ocho participantes, de los convencidos de que no hay realidad más real que la suya”, leyó.
A los fines descriptivos podría resumirse que Monsiváis es ensayista, crítico, periodista y narrador, además de solicitado conferencista y habitué de mesas redondas, programas de televisión, coloquios y cursos, y colaborador de numerosas publicaciones periódicas, muchas de las cuales fundó o dirigió. El prefiere definirse como “lector” a secas, y asegura que perdió la cuenta de todo lo que escribió en su vida. Las cientos de páginas semanales que produce son pacientemente pasadas a computadora por su tía: Monsiváis escribe todo a mano.
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