SOCIEDAD
• SUBNOTA › POR QUE JOHN LE CARRE
Un escritor enojado
Por J. V.
Fue agente secreto, diplomático y autor de libros memorables que protagonizaba su “alter ego”, Smiley. Le Carré publica en castellano su libro más político, Amigos absolutos (Areté), un alegato contra los excesos de Estados Unidos y el “eje del mal” tras el ataque a Irak.
A John Le Carré le encanta vivir en lugares remotos. Su hogar en el Reino Unido es una finca llamada Treffigian, en el Finisterre. Pero hoy el maestro de la novela de espionaje y su esposa, Jane, no están allí, sino en su segundo refugio, un chalet de la aldea alpina suiza de Wengen. A Wengen se accede por una ruta muy propia del mundo de Le Carré: primero hay que llegar en avión al aeropuerto de Zurich y luego hay que tomar cuatro trenes. Rodeada de un círculo de montañas nevadas, Wengen es de una belleza indescriptible.
Le Carré, quien en realidad se llama David Cornwell, es un hombre cordial, con un excelente sentido del humor y, a sus 72 años, en buena forma física y aun mejor forma mental. Tiene una cabeza patricia, con cabellos blancos y abundantes, rostro curtido y mirada penetrante. Su voz es firme y clara, y sus espesas cejas expresan sus pasiones, a veces ocultando los ojos y a veces alzándose o juntándose para subrayar algo. Lleva un sello de oro en el dedo meñique de la mano derecha.
Le Carré está indignado y entusiasmado por partes iguales. El autor de libros tan perfectos como El espía que llegó del frío, El topo, La chica del tambor, La Casa Rusia, El sastre de Panamá y El jardinero fiel lleva más de un año terriblemente enfadado con el seguidismo ovejuno respecto a Estados Unidos de Blair y Aznar, dos dirigentes a los que acusa de sacrificar los intereses nacionales de sus respectivos países y arruinar el proyecto común europeo a cambio de fotografiarse con Bush en las Azores. A Le Carré, que en sus años mozos fue agente de los servicios secretos británicos, también le indigna el que, hoy día, políticos como éstos dicten de antemano a los espías el contenido de sus informes, y le preocupa que los servicios de inteligencia hayan abandonado el viejo, laborioso y eficaz trabajo de a pie y en terreno enemigo, por el culto a los satélites y la alta tecnología.
Esa rabia ha rejuvenecido al escritor, que apela con energía a la resistencia y la guerrilla intelectuales. También ha producido su última novela, Amigos absolutos, que cuenta la historia de un británico, Ted Mundy, y un alemán, Sasha, visceralmente idealistas, y enfrentados a lo largo de décadas a diferentes totalitarismos. Pero Le Carré ve motivos para la esperanza en las protestas populares contra la guerra de Irak y se regocija abiertamente con la victoria del socialista Zapatero en España. Los españoles, afirma, no se rindieron ante ningún terrorismo en las elecciones del 14 de mayo sino, al contrario, dieron una lección de democracia y de valor.
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